Vemos noticias muy
desagradables en cada momento. Algunos distantes y otras veces muy cercanas a
nosotros. Pero soltamos una frase muy cómoda y egoísta: "ese no es mi
problema", "que cada uno haga con su vida lo que quiere",
"para que meterme en cosas que no me incumbe"... y con estas frases seguimos estáticos al
panorama desagradable donde el mal y la inmoralidad ha cogido terreno como
hemos visto hace pocas horas la violencia generada en la Parada de Lima.
Los católicos somos personas
imperfectas. Muchas veces la gente piensa que solo le compete a quienes
conforman la jerarquía de la iglesia el hablar de moralidad, denunciar la
corrupción, enfrentarse a la mentira o violencia como mediadores. ¿Acaso no
somos todos Iglesia por el bautismo?. Una Verdad que nos olvidamos.
Las personas que conformamos
la Iglesia tenemos los mismos defectos que cualquier otra persona. Todos somos
responsables de las cosas negativas que pasan a nuestro alrededor. Podemos ser cómplices
del mal en nuestra sociedad por nuestro egoísmo y frialdad para ver lo malo y
no hacer nada.
Por desgracia en la Iglesia
tendemos asumir también micro-responsabilidad excluyente y así no se puede
funcionar. Un ejemplo ¿Evangelizar? Los feligreses decimos: que lo haga el
párroco. El párroco, saturado con el trabajo de la parroquia, echa el problema
al vicario del obispo. El vicario al Obispo tiene tantas cosas que coordinar
que pasa la responsabilidad al Obispo. El Obispo se ve incapaz y lleva el
asunto a la conferencia episcopal. La conferencia episcopal al Consejo
Pontificio correspondiente y el Consejo Pontificio al Papa. Cuando el Papa
mueve ficha, la responsabilidad desciende y se divide hasta el punto que nadie
se siente responsable de hacer nada por su cuenta. Acabamos igual que antes,
pero con la conciencia más tranquila. Que desastre.
Igual pasa en la sociedad
civil, vemos cosas negativas y directamente decimos: ¿que hacen las
autoridades?, ¿para eso lo hemos elegido?, ¿no sirven para nada?.... esas críticas
son fáciles y hacen que el mal siga creciendo con mas fuerza. Las cosas malas
se deben cortar ¡YA!, no se puede perder el tiempo.
Debemos tomar conciencia de
nuestras responsabilidades como cristianos y ciudadanos. Si a un niñito de 2
años le vemos jugando con un cuchillo o caminar al borde de un edificio,
corremos inmediatamente y actuamos, no esperamos que pase algo para recién
actuar. Del mismo modo, debemos todos actuar inmediatamente en el lugar donde
estamos para detener y denunciar las cosas malas. En primer lugar no callarnos
las cosas malas dentro de la casa. El apostolado empieza en casa: corregir
cuando se miente, corregir cuando se cogen cosas sin pedir permiso, corregir
cuando alguien es desordenado en su vida... en todas estas acciones no podemos
solamente ser simples observadores. Sabemos que los malos hábitos terminaran
por crear un futuro hombre o mujer de
mal vivir esclavizado a sus vicios. Empecemos todos a decir "ese si
es mi problema".
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