En estos tiempos de Vendimia,
brindemos con los piscos de Rubén Vicente, productor de Lunahuaná, quien
utiliza una variedad de uva que solo crece en Cañete.
Mediodía. El calor infernal es
combatido por unos vientos que hacen hablar a los cerros. No es una
exageración. Son los berrinches de El Niño, el fenómeno climatológico. Nadie
puede controlarlo. Se hace su voluntad. Adiós cielo azul, pulcro, sin pecado
original.
Bienvenido cielo opaco y
melancólico que pronto se transformará en lluvia. Los primeros chispazos caen
sobre el suelo sediento. Su persistencia anuncia un aguacero. El presagio se
cumple. Olor a tierra fértil en el valle de Lunahuaná (Cañete).
“Debemos acelerar el ritmo de
la cosecha”, dicen intranquilos varios hombres que trabajan la tierra. “Aún
faltan llenar varias jabas”, comenta un anciano. Él entre bromas y risas, se
aumenta y se quita la edad. Así se juega con los curiosos.
“Tiene más de ochenta años”,
lo delata o se une a la broma, uno de los trabajadores. Difícil saberlo. Al
final, eso no le importa demasiado a Rubén Vicente, ‘Chaleco’ –para los amigos
y los extraños–. La edad es lo de menos, piensa y predica con el ejemplo. Él
continúa yendo a su chacra, regándola y retornando a su casa con algunos
productos. Así creció. Así es la tradición. Así es la vida del agricultor
lunahuanense.
La uva del valle
Ese es el trajín diario en su
fundo El Molino, donde hay parrales de diferentes variedades de uvas:
quebranta, borgoña y uvina, siendo esta última la que más resalta. Se trata de
una uva no aromática que contiene una buena cantidad de antocianinas,
flavonoides y procianidinas. “También tiene resveratrol, un antioxidante que
lucha contra el envejecimiento”.
¿Será por eso que a ‘Chaleco’
le gusta jugar con su edad? Bueno, lo cierto es que esta uva solo crece en los
distritos cañetanos de Lunahuaná, Pacarán y Zuñiga, y a una altura de 800
m.s.n.m. Situación aprovechada por los lugareños, quienes, desde hace años, la
utilizan para la producción del licor de bandera.
“El pisco lo podemos obtener
de ocho variedades de uva. La uvina destaca como una de las mejores”, cuenta
optimista don Rubén, sobre la prodigiosa uva pisquera de baya pequeña, color
púrpura, racimo grande y cargado. “Tiene un buen tinte para los vinos”, continua
con su cátedra.
Según cuentan los trabajadores
y el mismísimo don Rubén, mucho antes del boom pisquero, la uvina era utilizada
para pintar los vinos gracias a sus antocianos. “Ahora es bien usada para crear
aguardientes”, concuerdan todos. Fin del diálogo. Es momento de retornar a la
cosecha. Es momento de la vendimia.
Más de 65 jabas de uvinas, se
van en fila india hacia la bodega. La pisa, la fermentación y el destilado ya
es cosa de las horas, los días y las semanas. Lo que si podemos asegurar es que
ese pisco de 45 grados de alcohol está como los dioses. Buen sabor y excelente
armonía de aromas.
¡Salud!, mientras cae la
lluvia.
El dato
Dónde: Fundo El Molino, anexo
Jita, kilómetro 37 de la carretera Lunahuaná - Yauyos. (Luis Pérez Manrique)
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