Domingo salió de paseo en el Twizy, el auto eléctrico que la compañía Renault ha traído al Perú para exhibición. Se carga en cualquier tomacorriente, como si fuera un celular. Ya se usa en Colombia y Ecuador, pero aquí no está a la venta. ¿Estamos listos para estos vehículos?
Escribe: Milagros Berríos.
Luz roja. Cruce de las avenidas Elmer Faucett
y Precursores, en San Miguel. Dos policías motorizados acechan a un auto
blanco, el primero de la fila. Se acercan por la derecha, lo miran, sonríen y
lanzan un pedido. Como el carro no tiene ventanas, las palabras de los agentes
se oyen con claridad:
—¿Una fotito para el Feis?
Luz verde. Los policías siguen sonrientes al
auto. Avanzan muy cerca solo para preguntar cuánto cuesta, dónde lo venden,
cómo funciona. —¡Ayyyy! —gritan como niños. —¡Qué bacán! ¿Carga como un
celular? jajaja— preguntan escépticos.
Sí, carga como un celular.
Este vehículo tiene un cable guardado en un
compartimento frontal, su enchufe debe ser colocado en una toma doméstica de
tipo europeo de 220 V (el voltaje que se usa en el Perú). Una vez conectado,
como un smartphone o tablet, empieza a recargar su batería.
Es más chico que un Tico (Daewoo). No
funciona con combustible (diésel o gasolina), sino con electricidad. Es el
primer auto eléctrico que –según la marca Renault– circula en el país. Desde
fines de octubre, tres de estos vehículos recorren –a modo de exhibición– las
pistas de Lima. Con un metro y cuarenta centímetros de alto buscan un espacio
en el imperio de las combis, cústeres y los viejos buses que huyen de los
programas de chatarreo.
Los autos eléctricos –como estos Renault
Twizy– circulan en países de la región como Colombia y Ecuador. Cuestan entre
12 mil y 14 mil dólares y no emiten dióxido de carbono (CO2) durante su
conducción.
¿Qué pasa en Lima?
En la pista
Primer contacto. Gira la llave, pantalla
encendida, el carro avanza. El Twizy tiene transmisión automática, pero no caja
de cambios convencional. Su tablero tiene tres botones para avanzar, retroceder
o quedar en neutro. Con el acelerador a fondo, el auto llega a un máximo de 80
kilómetros por hora. Tiene 17 caballos de fuerza.
El vehículo avanza por las avenidas
Insurgentes, Faucett, Precursores. Su motor apenas suena. Todos lo miran.
Saludos de los conductores del corredor vial. Risas de las combis. Elogios de
los taxistas. Fotos de los serenos y la policía. —¡Es un juguete! —grita una
camioneta.
En el Perú, los carros eléctricos no están a
la venta. No hay vehículos que tengan dos asientos en fila, puertas que se
abran hacia arriba y cables de carga. Y si tuviesen, tampoco habría dónde
usarlos. En cambio, en otros países como México, los conductores recargan sus
autos en los estacionamientos de los centros comerciales.
El modelo que esta vez circula por Lima ha
sido diseñado para recorridos urbanos y cortos. Una carga de 3 horas dura hasta
100 kilómetros, lo que representa un viaje de Lima al balneario de Asia, en
Cañete. "En un recorrido de 400 km, en un escenario óptimo de cuatro
recargas, la facturación de electricidad sería de 17.2 soles", afirma la jefa
de la marca Renault, Zilenia Ishizaki.
Carro incomprendido
Este carro eléctrico tiene que soportar los
rompemuelles y el agrietado asfalto de las avenidas limeñas. El recorrido en
las calles requiere de poca velocidad. De lo contrario, los ocupantes tendrían
que aguantar los golpes contra la pista y contra el asiento.
Si el resto de vehículos no toma fotos, toca
el claxon. Si no toca el claxon, invade el carril ocupado por el metro y veinte
centímetros de ancho del Twizy. Ante un choque, este auto tendría que resistir
con su estructura tubular y sus piezas de polipropileno (termoplástico).
No tiene espejo retrovisor central, sino a
los costados. En lugar de radio cuenta con un sistema de Bluetooth. El freno de
mano es una palanca ubicada debajo del tablero. Las lunas son un accesorio.
Cuenta con airbag. El motor está cerca de las llantas posteriores. Y la batería
se ubica debajo del auto.
Estos carros son para ciudades, pero aún no
para Lima. Por eso no se tiene una fecha para su venta en el país.
En solo una hora, este carro sin gasolina se
convierte en la estrella de la pista. Todos quieren foto. Sobre todo los
conductores que a diario usan sus autos para tramos cortos, llenos de humo
negro.
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