Hace tres años, más de
cuarenta pequeños agricultores y agricultoras de cinco regiones de la sierra
central (Lima, Huánuco, Pasco, Junín y Huancavelica) se asociaron con el
propósito de conservar la inmensa variedad de papas nativas de nuestro país,
mantener vivos los conocimientos y prácticas tradicionales -sin los cuales
estas variedades ancestrales no existirían hoy-, y lograr mejores condiciones
de vida. De esta manera nació la Asociación de Guardianes de Papa Nativa del
Centro del Perú (AGUAPAN).
Estos hombres y mujeres, no se
han dejado vencer ante los retos ambientales y climáticos que caracterizan los
paisajes de la sierra central, al contrario, han encontrado formas innovadoras
para cultivar los tubérculos. Cada miembro de AGUAPAN cultiva al menos
cincuenta variedades de papa nativa, algunos incluso han alcanzado hasta
cuatrocientas. ¿Cómo lo hacen? Todos sin excepción siembran “en mezcla”
(chaqru), es decir, siembran diversas variedades en una misma chacra, pues la
experiencia indica que, a través de esta técnica, las papas se protegen entre
sí del frío (heladas y granizadas).
Cada año, los miembros de
AGUAPAN dejan a sus familias y hogares para reunirse en asamblea general y
compartir con sus colegas lo bueno y lo malo de la campaña anterior.
Intercambian ideas sobre cómo enfrentar los efectos del cambio climático -que
ya no les permite predecir las lluvias o las heladas y ha intensificado plagas
que aún no pueden controlar- y para intercambiar sus semillas por otras que no
tienen, como si fueran figuritas que faltan a sus álbumes.
AGUAPAN se ha reunido en
asamblea ya en tres oportunidades desde su creación. El último de estos
encuentros tuvo lugar en los primeros días de junio de este año, en el distrito
de Laraos, provincia de Yauyos (Lima) y reunió a los cincuenta guardianes de la
papa nativa, provenientes de 50 comunidades campesinas, que forman parte de la
Asociación.
Las tan famosas papas nativas
peruanas que muchos de nosotros solo hemos alcanzado a ver en fotos, se
mostraron en vivo y en directo en la plaza principal de Laraos, con sus cientos
de formas, colores y sabores. Algunas habían sido rescatadas de chacras
apurimeñas que recibieron la desafortunada visita de la rancha, mientras que
otras fueron especialmente seleccionadas para lucirse frente a todos los
asociados y pobladores de la zona. Por su lado, los diálogos giraron en torno a
sus experiencias frente al cambio climático y al valor de las papas para la
seguridad alimentaria.
¿Qué falta?
A pesar de su valor
nutricional, aún son pocas las variedades de papa nativa que se consumen fuera
de las comunidades campesinas. No hace falta más que una rápida visita al
mercado o supermercado más cercano para darnos cuenta de que solo dos o tres
variedades han logrado colarse en la dieta de los consumidores en las grandes
ciudades del país. También es cierto que hay algunas tendencias al cambio y los
consumidores urbanos empiezan tímidamente a apreciar otras variedades que
llegan a los mercados,
La baja demanda del resto de
las variedades nativas pone en peligro su existencia o cuando menos, dificulta
las acciones de los campesinos de llegar al mercado regional o nacional. Sumado
a ello, el precio de las papas nativas no es aún lo suficientemente alto –a
pesar de que esto va mejorando– como para cubrir los costos de producción que
nuestros agricultores invierten.
Mantener la diversidad de
papas nativas implica garantizar la seguridad alimentaria de la población,
tanto rural como urbana. Cada papa nativa crece en ecosistemas diferentes y
soporta temperaturas distintas, lo que significa que aún frente a eventos
extremos, la diversidad genética de estos tubérculos puede evitar la pérdida
total de este cultivo. Su rol frente a una intrínseca vulnerabilidad del
campesino, especialmente andino, es crucial.
Asociaciones como AGUAPAN resaltan
la importancia la variabilidad de papas en las voces de quienes han asumido el
reto de conservarla directamente, pero contribuir a la conservación de este
producto, su diversidad y de los sistemas tradicionales que hacen posible que
lleguen a nuestras mesas es también tarea de los consumidores.
¿Cómo podemos contribuir?
Comprando y consumiendo sus
productos. Estos productos son ofrecidos en diversas ferias de productores y
mercados orgánicos (cada sábado, por ejemplo, podrán encontrar a uno de los
agricultores de AGUAPAN en el Mercado Saludable de la Molina).
En la medida en que la demanda
de más variedades de papa nativa crezca, los pequeños agricultores tendrán
mayores incentivos (además de los culturales) para cultivar y traer hasta las
ciudades este tubérculo tan importante en la dieta de todo peruano. ¡Compre
nativo, casero!
— Ver además: [Descarga PDF]
Cuarto boletín de ABISA: Mujer, agricultura y alimentación
Datos:
* Según María Scurrah, del
Grupo Yanapay, una papa contiene más potasio que un plátano. Las papas de pulpa
amarilla son buenas para la vista por los procarotenos que contienen.
* Según el Centro
Internacional de la Papa, en las altiplanicies andinas de Perú, Bolivia y
Ecuador se cultivan más de 4000 variedades de papas nativas.
* Estas papas están muy bien
adaptadas a las duras condiciones que prevalecen en las alturas andinas, en
altitudes que van desde 3500 a los 4200 metros.
* Los agricultores por lo
general producen esas variedades de papas nativas con un uso mínimo de
agroquímicos o sin usarlos en absoluto.
* La SPDA, la Asociación
Yanapay, el Centro Internacional de la Papa y el INIA forman parte del grupo de
soporte de AGUAPAN, brindando apoyo técnico y legal a sus miembros.
* Si quieres saber más sobre
AGUAPAN, escribe a Carla Bengoa: cbengoa@spda.org.pe, o a María Scurrah: scurrah@gmail.com
Redactado Por Carla Bengoa /
SPDA - Foto: Thomas Müller / SPDA
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