La
representante del Touring para la promoción de la mujer en el deporte automotor
cuenta su lucha por conseguir un lugar en el mundo automovilístico.
Son
los años 80. Susan no tiene clases en el colegio. Su padre, Henry Bradley, la
leyenda del automovilismo en el Perú, tiene una carrera en Cañete y ella, llena
de emoción, se dirige a verlo. Este es uno de los mejores recuerdos de la ex
corredora de autos y actual representante del Touring para la promoción de la
mujer en el deporte automotor.
Otro
recuerdo no tan grato: el día que salió del país con sus padres huyendo del
terrorismo. Solo tenía 16 años y lo dejó todo en busca de un futuro mejor.
Estados
Unidos la refugió de la crisis económica y social que vivía nuestro país.
Estudió Marketing en Atlantic University College, hizo una nueva vida. Hasta
que en 2009 sus padres decidieron volver al Perú, y ella los acompañó para
recobrar sus raíces.
Ni
bien pisó suelo peruano despertó en su corazón lo que había dormido suficiente
tiempo: la pasión por los autos de carrera.
Susan
Bradley, pequeña de estatura, delgada y de voz suave, es una guerrera que
debutó en el Rally Playa en 2009 y quedó en segundo lugar. El mismo año en el
Campeonato Nacional de Rally obtuvo el tercer puesto en la categoría 1600. Y en
2013 obtuvo el segundo lugar en el Rally Asia.
Desde
que Bradley llegó al Perú, se ha percatado de que la participación de la mujer
en el automovilismo ha crecido y que no existe discriminación de género en las
pistas de carrera. “Hoy hay varias mujeres pilotos, copilotos, fotógrafas, y un
par de chicas mecánicas, pero aún falta más participación”, aclara.
En
abril del año pasado, los ojos de su padre se cerraron para no abrirse nunca
más. El dolor invadió su corazón, y con la responsabilidad de cuidar a su
madre, Susan tomó una dura decisión: dejar las carreras.
Así
lo hizo, pero ese mismo año la eligieron como representante en el Perú de las
mujeres corredoras de autos por la Federación Internacional del Automóvil
(FIA), la que creó Women in Motorsport Comission para promover la participación
de la mujer en el mundo automovilístico.
La
meta profesional de Bradley es que muchas más mujeres se conviertan en pilotos
y que otras tantas se involucren en todo lo que rodea al automovilismo: mecánicas,
comisarias o directoras de prueba. Y su ambicioso sueño personal es construir
un auto de carrera desde cero, pero para eso necesita el auto de su madre, que
por el momento no se anima a dárselo. (Liz Saldaña Perú21)
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