Escribe Vladimir Rojas ·
Viernes, 13 De Septiembre De 2019.
Desde la radio y
televisión, algunos paisanos nuestros que alquilan hora para vivir con lo que
llaman “programas de noticias”, siguen enfermizos de creer que gritando ganan
respeto, o que la beatita Melchorita los tocó para ser los iluminados en definir
la moral de un pueblo. Cada loco (o loca) vive en su pobre mente.
Con raras excepciones,
se distingue a los que deciden hacer prensa en Cañete; pues cada año se alejan
de la verdad, cada mes se divorcian de la réplica, cada semana rebuznan en las
redes, y cada día ultrajan hasta sus propios intereses.
En la prensa
provinciana, no se menta la madre, ahí se menta la lengua. Y eso los define con
facilidad, aún invoquen a Dios, a la mercantilista “lucha anticorrupción”, o la
hipócrita forma de organizarse en gremios autistas complacientes a las hienas.
TRISTE REALIDAD. No es
la información, ellos buscan saciar sus intereses.
Y la lengua los define:
Unos la meten en un gobierno local, otros en un gobierno regional (incluyendo
consejeros), otros en traficantes de terrenos, otros en algunas empresas
constructoras. Entre ellos se acusan, cada quien protege su interés, y la información
que usted vecino merece se fue por la letrina.
Cuando la publicidad no
les llega, florecen sus más enérgicos reclamos, esos que faltaron cuando se
vendían playas, cerros, terrenos, áreas naturales, en buen romance, cuando se
depredaba a Cañete.
No interesan las obras,
dicen los más ranqueados, para añadir que los regidores deben separar de sus
dietas lo que corresponde a los vividores de las ondas electromagnéticas. Y son
fáciles de reconocer, pues sólo atacan a un alcalde, olvidando que existen regidores.
También están los que
pregonan no recibir publicidad edil, mientras tienen metida la lengua en la
región, o en algún (o alguna) dirigente que trafica en con con, que hasta el
diario La República fue embestido por la parasitaria forma de meter la lengua
desde estos lares.
Y en la clasificación
están aquellos que embuten la lengua en ciertas empresas constructoras locales.
La consigna es maltratar a la débil y cola larga autoridad para que su cliente
consiga hacerse de alguna obra, consultoría o administración directa. En
algunos casos, en Cañete algunos arrendatarios de la prensa sólo piden ejecutar
la obra por cuenta propia.
Y están los mercenarios
del cliché “lucha anticorrupción”, esos que no tributan, ni se les conoce
trabajo, pero que viven al modo “Orlando” con solicitudes de transparencia para
negociar debajo de la mesa, del platanal, de Chui, de Chavarría, de quien
ofrezca más.
Así son de sencillos, y
se disfrazan de jueces, ingenieros, fiscales, abogados, alcaldes, sacerdotes,
llorones, peritos y gobernadores, salvo honrosas excepciones.
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