EL DIARIO DEL CUY: "PILDORA".

A quienes creían que por poner píldora me iba yo a ocupar de la píldora que demanda Marianito, se pelaron. Hoy la palabra píldora me recuerda otras cosas que requieren menos atención a las declaraciones principistas.
Píldora era el nombre de una hija de la Pirula, y esta era la pareja de mi perro Yolí. Pirula era una perra chiquita y de cuidado, como Yolí era un perro chico y muy bravo. Pirula era de mi amigo Julio Fernández.

Bueno, a decir verdad, no sé si era de él o de alguno de sus hermanos, ya se sabe que los perros viven en una casa pero tienen un dueño en particular. Yolí era de mi casa, pero en verdad era mío más que de mi papá o alguno de mis hermanos.

Yolí y Pirula tuvieron varias camadas, ellos no creían en píldoras del día siguiente, ni condones ni ninguna otra de esas vainas. Tiraban nomás, y no es que fueran del Opus Dei, porque tampoco se privaban ni atendían siquiera al método del ritmo, que por si acaso no tiene que ver con la música con que lo hagan.
Yolí fue un gran perro. Me acompañó varios años, hasta que un día alguna persona errada lo envenenó. Sospechábamos de alguien con ánimo vengativo, porque Yolí había mordido a toda su familia cuando era joven. Yolí ya estaba viejo cuando lo envenenaron, pero hay gente que no descansa hasta creer que ha hecho justicia.

En fin, quizás lo privaron de días más duros. Cuando regresé de la universidad me enteré y fui a verlo. Agonizaba, me miraba, se había probado de todo para hacerlo arrojar el veneno, pero éste ya había hecho su efecto.

Nos mirábamos, me daba mucha pena verlo así. Después he visto morir a otras personas y animales, no veo porqué no pueda mencionarlos juntos, son seres vivos a los que uno quiere mucho y que nos llevan la delantera en el pase al otro barrio.