Por: Humberto Campodónico
El Mensaje del 28 de julio ha dejado completamente claro que si las reservas probadas del gas de Camisea no alcanzan para satisfacer, a la vez, las necesidades del mercado interno y de la exportación a México, el primero tendrá prioridad.
Alan García ha dicho: “nuestro compromiso es que, en ningún caso, el uso nacional interno actual o posible para la electricidad, los vehículos, o la industria, sea detenido o sacrificado en beneficio de las exportaciones; el gas es para el desarrollo del Perú y después para la exportación, si existe de manera suficiente”. Muy bien.
La cuestión es que, en el momento actual, las reservas probadas de gas del Lote 88 y del Lote 56 no alcanzan para el mercado interno y la exportación (ver cuadro) porque las reservas probadas ascienden a 8.8 bpc y las ventas ya comprometidas suman 8.7 bpc, de los cuales 4.086 bpc son para México.
¿Cómo proceder entonces? Muy simple. Originalmente, el Lote 88 estaba destinado íntegramente al mercado interno, pero en el 2005 se autorizó que sus reservas pudieran ser exportadas. Por tanto, hay que volver el contrato a su situación original, lo que implica que todas sus reservas probadas, las actuales y las futuras, sean destinadas íntegramente al mercado interno.
Si esto se hace, entonces inmediatamente habría 6.851 bpc para el Perú en lugar de solo 4.631 bpc (ver cuadro). Así, desde mañana, habría gas para el gasoducto a Cusco, así como para la demanda de las centrales termoeléctricas y las industrias, que hoy no atiende el consorcio Camisea porque “no hay reservas probadas”.
El presidente García dice que “se invocará el trato directo con las empresas, promoveremos que se pongan en valor comercial más reservas o más descubrimientos, como estoy seguro puede hacerse ya”. Este gobierno ya lo hizo a fines del 2006 y se logró un acuerdo favorable: el precio del gas para el mercado interno se desligó del precio del petróleo.
Sí, “hay que poner en valor comercial más reservas”. Pero, ojo, con la condición que, siempre, el Lote 88 tenga exclusividad para el mercado interno. Ese gas revirtió gratis al Perú pues fue un regalo de la Shell y por eso nos cuesta barato. No hay derecho, no hay forma de que se lo lleven a México (1).
Si eso significa problemas para los exportadores (les faltarían 2.142 bpc), corresponde a ellos encontrar una solución. Y no al Perú. Una solución puede ser que usen los 2 bpc que Repsol ha encontrado en el Lote 57, adyacente a Camisea. Justo lo que les falta. Recordemos que Repsol no solo es socia de Peru LNG (consorcio exportador, con el 20%) sino que es la empresa responsable del contrato con México.
García tiene razón cuando dice que se debe investigar por qué, “sacrificando y entregando el mercado nacional, se cambiaron las leyes con normas de menor jerarquía, lo que constituye un delito”. Sí, eso permitió que se exporten las reservas del Lote 88 en el 2005. Por eso, esa renegociación está viciada en su origen, además de su naturaleza entreguista.
El Mensaje, en este aspecto, tiene un claro contenido de recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales: el Estado decide cómo se utilizan para bienestar de la Nación. Y no las empresas privadas. El anuncio contradice la Ley 26221 de 1993, Ley de Hidrocarburos, por lo que ésta también estará en debate.
Cierto. Lo del 28 es solo un anuncio y hay que “pagar por ver”. Falta también encarar otros temas, como los precios de exportación y las regalías. Pero hay que resaltar lo positivo: ahora el debate parte de esta certeza: primero el mercado peruano, después la exportación.
(1) Ver “Lo que la Shell nos regaló se va para México” y “Camisea: en el fondo no hay sitio”, en http://www.cristaldemira.com/, 6/7/09 y 20/7/09).
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: www.cristaldemira.com
El Mensaje del 28 de julio ha dejado completamente claro que si las reservas probadas del gas de Camisea no alcanzan para satisfacer, a la vez, las necesidades del mercado interno y de la exportación a México, el primero tendrá prioridad.
Alan García ha dicho: “nuestro compromiso es que, en ningún caso, el uso nacional interno actual o posible para la electricidad, los vehículos, o la industria, sea detenido o sacrificado en beneficio de las exportaciones; el gas es para el desarrollo del Perú y después para la exportación, si existe de manera suficiente”. Muy bien.
La cuestión es que, en el momento actual, las reservas probadas de gas del Lote 88 y del Lote 56 no alcanzan para el mercado interno y la exportación (ver cuadro) porque las reservas probadas ascienden a 8.8 bpc y las ventas ya comprometidas suman 8.7 bpc, de los cuales 4.086 bpc son para México.
¿Cómo proceder entonces? Muy simple. Originalmente, el Lote 88 estaba destinado íntegramente al mercado interno, pero en el 2005 se autorizó que sus reservas pudieran ser exportadas. Por tanto, hay que volver el contrato a su situación original, lo que implica que todas sus reservas probadas, las actuales y las futuras, sean destinadas íntegramente al mercado interno.
Si esto se hace, entonces inmediatamente habría 6.851 bpc para el Perú en lugar de solo 4.631 bpc (ver cuadro). Así, desde mañana, habría gas para el gasoducto a Cusco, así como para la demanda de las centrales termoeléctricas y las industrias, que hoy no atiende el consorcio Camisea porque “no hay reservas probadas”.
El presidente García dice que “se invocará el trato directo con las empresas, promoveremos que se pongan en valor comercial más reservas o más descubrimientos, como estoy seguro puede hacerse ya”. Este gobierno ya lo hizo a fines del 2006 y se logró un acuerdo favorable: el precio del gas para el mercado interno se desligó del precio del petróleo.
Sí, “hay que poner en valor comercial más reservas”. Pero, ojo, con la condición que, siempre, el Lote 88 tenga exclusividad para el mercado interno. Ese gas revirtió gratis al Perú pues fue un regalo de la Shell y por eso nos cuesta barato. No hay derecho, no hay forma de que se lo lleven a México (1).
Si eso significa problemas para los exportadores (les faltarían 2.142 bpc), corresponde a ellos encontrar una solución. Y no al Perú. Una solución puede ser que usen los 2 bpc que Repsol ha encontrado en el Lote 57, adyacente a Camisea. Justo lo que les falta. Recordemos que Repsol no solo es socia de Peru LNG (consorcio exportador, con el 20%) sino que es la empresa responsable del contrato con México.
García tiene razón cuando dice que se debe investigar por qué, “sacrificando y entregando el mercado nacional, se cambiaron las leyes con normas de menor jerarquía, lo que constituye un delito”. Sí, eso permitió que se exporten las reservas del Lote 88 en el 2005. Por eso, esa renegociación está viciada en su origen, además de su naturaleza entreguista.
El Mensaje, en este aspecto, tiene un claro contenido de recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales: el Estado decide cómo se utilizan para bienestar de la Nación. Y no las empresas privadas. El anuncio contradice la Ley 26221 de 1993, Ley de Hidrocarburos, por lo que ésta también estará en debate.
Cierto. Lo del 28 es solo un anuncio y hay que “pagar por ver”. Falta también encarar otros temas, como los precios de exportación y las regalías. Pero hay que resaltar lo positivo: ahora el debate parte de esta certeza: primero el mercado peruano, después la exportación.
(1) Ver “Lo que la Shell nos regaló se va para México” y “Camisea: en el fondo no hay sitio”, en http://www.cristaldemira.com/, 6/7/09 y 20/7/09).
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