
El fuerte movimiento telúrico afectó sus dos torres principales, así como la bóveda de la iglesia, pero ésta no se vino abajo debido a que su estructura había sido reforzada con el aporte privado, tras el terremoto de 1974.
No obstante, tras el terremoto del sur chico el templo de Chilca logró ser reconstruido gracias al trabajo en equipo de la Iglesia, las autoridades de la zona y el aporte de la empresa privada, una de ellas Cementos Lima.
Dicha empresa, a través de su organización de responsabilidad social, Asociación Atocongo, donó mil 240 bolsas de cemento y 700 metros cuadrados de adoking.
Armando Casís, gerente general de la Asociación Atocongo, manifestó que si bien el templo ya está reconstruido en un cien por ciento, el apoyo de la asociación que dirige se mantiene a través de una colaboración voluntaria de ocho años para la realización de conciertos benéficos que se realizan cada verano.
“Evidentemente nos sentimos muy orgullosos de contribuir a la reconstrucción del sur, activa y eficazmente”, apuntó.
A diferencia de la mayoría de iglesias de la zona, el templo de Chilca no se desplomó completamente, debido a que su trabajo de reconstrucción data de 1974 –tras otro de los grandes terremotos que asoló el país-, en el que lentamente y con un trabajo silencioso, la iglesia reforzó sus estructuras principales.
Así, en sólo siete meses de trabajo tras el terremoto, la Iglesia ya podía atender a sus fieles, e inclusive no interrumpió los conciertos benéficos que realizaba desde hacía ocho años.
Los ingresos de estos conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional, han permitido el mantenimiento y cuidado del templo.
La iglesia de Chilca se construyó en el siglo XVIII, pues su edificación se inició en 1718 y se calcula debió concluirse hacia 1780, constituyéndose como uno de los más bellos ejemplos de arquitectura barroca de la Costa.
En 1970 sufrió un grave deterioro por el terremoto de dicho año y, posteriormente, con el sismo de 1974 la iglesia colapsó. En ese año se formó el Comité Pro Templo, integrado por personalidades del pueblo de Chilca, bajo la dirección de la Prelatura de Yauyos, Cañete y Huarochirí, que emprendió el proceso de refacción.
En 1998, dicho comité comprometió la ayuda de diversas instituciones privadas. Desde esa fecha, y hasta 2007, se recuperó la iglesia en su totalidad, incluyendo sus trece retablos barrocos e innumerables imágenes.
El trabajo incluyó el reforzamiento de la nave principal usando materiales modernos, así como la reconstrucción de los techos abovedados que se habían desplomado. Se calcula que el monto invertido podría superar el millón de dólares.
Es en este contexto que se produce el sismo del 15 de agosto de 2007, que daña las dos torres de la iglesia y la quincha de las bóvedas. Sin embargo, fruto del reforzamiento estructural realizado anteriormente, éste fue uno de los pocos templos del sur del país que no se desplomó tras el terremoto.
En esta etapa, la Prelatura de Cañete, Yauyos y Huarochirí, bajo la dirección de monseñor Ricardo Garcia, consigue una importante donación de la Conferencia Episcopal Italiana y toma contacto con la municipalidad de Chilca.
El templo pudo ser usado por los fieles desde marzo de 2008 y durante el presente año se rehicieron completamente las dos torres, se consolidó el techo de quincha usando material moderno como el drywall. Asimismo se construyó el altar mayor destruido en un incendio del año 1918 y se hicieron innumerables trabajos adicionales.
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