Elizabeth Aguado Gómez y Paola Cárdenas Sánchez fueron las únicas extranjeras en el almuerzo organizado para el Sumo PontíficeMARTÍN ACOSTA GONZÁLEZ (@martiacosta)
Redacción online
“Fue una experiencia grandiosa”, comenta Elizabeth Aguado Gómez, una de las peruanas que participó en el almuerzo que el Papa Benedicto XVI tuvo en Madrid el sábado pasado. Ella misma estuvo encargada de servir los platos en la mesa de honor a los más de 60 invitados y de atender al Sumo Pontífice, en un momento que describe como celestial.
En la cocina, Paola Cárdenas Sánchez -otra compatriota- multiplicaba sus manos y, mientras decoraba el postre, ayudaba con los últimos toques de presentación de los platos de fondo.
En este gran agasajo al Papa participaron 40 personas, entre cocineros y personal de atención. En este selecto grupo solo dos personas no tenían pasaporte español: precisamente Elizabeth y Paola, quienes ya se encuentran de regreso en el Perú.
“Nos sentimos muy orgullosas porque fuimos dos peruanas en medio de tanta gente española. Es una locura pensar que las alcachofas que yo estaba preparando las iba a comer el mismo Papa. Fue una experiencia sensacional”, contó Paola a elcomercio.pe.
“No tuvimos tiempo de conversar con el Santo Padre. Él es una persona muy mayor y si hubiera sido por él nos hablaba todo del día, porque es una persona muy cariñosa, muy amable, de gran corazón y que transmite mucha paz y amor”, dijo Elizabeth.
El almuerzo duró apenas una hora, pero el Sumo Pontífice no escatimó en elogios para los jóvenes cocineros. “Quedó impresionado y satisfecho con la comida y el servicio, y eso nos pone aún más orgullosas”, añadió.
Veinte personas trabajaron en la cocina preparando el menú: salmorejo (una crema a base de tomate y miga de pan), jamón ibérico y solomillo con salsa al vino tinto y el granizado (helado) de limón con gelatina de gintónic y salsa de bayas de enebro. Un almuerzo que estuvo planificado con mucha antelación.
“Nos preparamos dos días antes para la ocasión. Llenas de ansías y cuidando cada detalle. En verdad, la organización estuvo de primera y pusimos en práctica todo lo aprendido. De hecho que nos hubiera gustado hacer algo peruano”, dijeron.
DESDE CAÑETE A MADRID
En el Perú, específicamente en Cañete, ambas son profesoras del Instituto Condoray. Hace dos años partieron a Madrid para seguir una especialización en el Instituto Tecnológico Fuenllana –una de las más destacadas escuelas de cocina y hostelería del país ibérico.
El almuerzo coincidía también con el cumpleaños 75 del cardenal Antonio María Rouco Varela. Fue él quien, después de ver su desempeño en la Fuenllana, las invitó a ser parte de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Por ahora ambas se quedarán en Cañete continuando su carrera de docentes y transmitiendo la experiencia adquirida en España. En sus clases contarán que un día conocieron al Papa Benedicto XVI, que se tomaron una foto con él y que le cocinaron un almuerzo de primera. Casi nada.
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“Fue una experiencia grandiosa”, comenta Elizabeth Aguado Gómez, una de las peruanas que participó en el almuerzo que el Papa Benedicto XVI tuvo en Madrid el sábado pasado. Ella misma estuvo encargada de servir los platos en la mesa de honor a los más de 60 invitados y de atender al Sumo Pontífice, en un momento que describe como celestial.
En la cocina, Paola Cárdenas Sánchez -otra compatriota- multiplicaba sus manos y, mientras decoraba el postre, ayudaba con los últimos toques de presentación de los platos de fondo.
En este gran agasajo al Papa participaron 40 personas, entre cocineros y personal de atención. En este selecto grupo solo dos personas no tenían pasaporte español: precisamente Elizabeth y Paola, quienes ya se encuentran de regreso en el Perú.
“Nos sentimos muy orgullosas porque fuimos dos peruanas en medio de tanta gente española. Es una locura pensar que las alcachofas que yo estaba preparando las iba a comer el mismo Papa. Fue una experiencia sensacional”, contó Paola a elcomercio.pe.
“No tuvimos tiempo de conversar con el Santo Padre. Él es una persona muy mayor y si hubiera sido por él nos hablaba todo del día, porque es una persona muy cariñosa, muy amable, de gran corazón y que transmite mucha paz y amor”, dijo Elizabeth.
El almuerzo duró apenas una hora, pero el Sumo Pontífice no escatimó en elogios para los jóvenes cocineros. “Quedó impresionado y satisfecho con la comida y el servicio, y eso nos pone aún más orgullosas”, añadió.
Veinte personas trabajaron en la cocina preparando el menú: salmorejo (una crema a base de tomate y miga de pan), jamón ibérico y solomillo con salsa al vino tinto y el granizado (helado) de limón con gelatina de gintónic y salsa de bayas de enebro. Un almuerzo que estuvo planificado con mucha antelación.
“Nos preparamos dos días antes para la ocasión. Llenas de ansías y cuidando cada detalle. En verdad, la organización estuvo de primera y pusimos en práctica todo lo aprendido. De hecho que nos hubiera gustado hacer algo peruano”, dijeron.
DESDE CAÑETE A MADRID
En el Perú, específicamente en Cañete, ambas son profesoras del Instituto Condoray. Hace dos años partieron a Madrid para seguir una especialización en el Instituto Tecnológico Fuenllana –una de las más destacadas escuelas de cocina y hostelería del país ibérico.
El almuerzo coincidía también con el cumpleaños 75 del cardenal Antonio María Rouco Varela. Fue él quien, después de ver su desempeño en la Fuenllana, las invitó a ser parte de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ).
Por ahora ambas se quedarán en Cañete continuando su carrera de docentes y transmitiendo la experiencia adquirida en España. En sus clases contarán que un día conocieron al Papa Benedicto XVI, que se tomaron una foto con él y que le cocinaron un almuerzo de primera. Casi nada.
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