Para hablar de Javier Alvarado González del Valle (43), actual Presidente de la Región Lima, es obligatorio hablar de Lunahuaná. Esto de hablar de Lunahuaná es muy gratificante, ya que todos los habitantes de este pueblo forman una comunidad ejemplar llena de limpieza mental y sanidad moral. La gente de Lunahuaná, lo digo sin ambages, no son sólo un ejemplo único de lo que podrían aspirar a ser el resto de los pueblos del Perú sino que es un ejemplo de solidaridad ante el mundo. Los conozco. He vivido allí. Puedes andar por el campo y coger un racimo de uvas o una palta o unos nísperos y comértelos delante de la sonrisa amable y generosa del dueño de la parcela. Este valle besado por el sol durante 362 días al año (porque aunque llueva acaba saliendo el sol) se le conoce como el valle de la eterna primavera. Es una especie de Shangri-la, ese valle “de la eterna felicidad” en que la gente alcanzaba la longevidad y que tan maravillosamente describió el escritor británico James Hilton en su novela “Horizontes perdidos”. Esta novela fue trasladada al cine muy exitosamente (2 Oscar y 7 nominaciones) por el gran director Frank Capra. Desde estas pocas líneas le rindo homenaje a este otro Shangri-la que es Lunahuaná, pues allí vive mucha gente longeva. Con Javier Alvarado, hombre empeñoso, solidario y con una gran vocación social, me veo en el restaurante Costa Verde para que me cuente la muy exitosa aventura política de su vida. Él no es hombre acostumbrado a perder su tiempo y por tanto tampoco lo debemos perder nosotros. Juntémonos con él.
–¿Procedencia?
–Mis apellidos paterno y materno provienen de la época de la Conquista, y se sabe que en diferentes épocas mis ancestros por ambos lados residieron en Lunahuaná, y esto es tradición familiar que se deshace en el polvo de los siglos. En 1879 nace en Arequipa mi abuelo Carlos Enrique Alvarado, que fue un gran pintor de frescos y un gran artista que llegó a Lunahuaná en 1904 con el encargo expreso de pintar los evangelistas que hoy se encuentran en la cúpula de la Iglesia Santiago Apóstol de Lunahuaná. Esta iglesia fue construida en 1648 y es una de las más lindas y emblemáticas del sur del país. Mi abuelo se enamoró de una lunahuanense y se quedó a vivir en Lunahuaná, fundando una de las primeras bodegas productoras de vinos y piscos con el nombre “El cazador”, desarrollándose exitosamente como empresario vitivinícola.
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gracias.
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