Este martes 27 de noviembre, se desarrolló en la ciudad de San Vicente,
la I Audiencia Descentralizada de la Comisión de la Mujer del Congreso de la
República, que preside la congresista Aurelia Tan de Inafuko, con el tema
“protección legal contra la violencia familiar”.
En el transcurso de la semana se realizarán otras importantes
actividades, con un liderazgo meritorio de nobles mujeres y la coordinación de
Rossmery Benito, quien continúa el empuje que conociera de su antecesora Betty
Hernández.
Durante el evento, llamó mi atención dos registros alarmantes: i) En el
año 2011, Cañete fue la provincia a nivel regional con mayor presencia de adolescentes
embarazadas; ii) Si en el año 2009 se dieron 164 denuncias fiscales por
violencia familiar, la cifra a octubre de 2012 se incrementó a 1824 (más del
1000%).
Pese a estas escalofriantes cifras, hasta el día de hoy, esta actividad
o programa suele ser aburrido o tedioso para muchos, dado que no han
comprendido la magnitud del problema, que en mi percepción no sólo debe ser
analizado desde una índole social o familiar, sino desde un punto de vista
económico.
En primer lugar, luchar contra la violencia hacia la mujer, genera un
gravoso costo al Estado. Con el incremento registrado en Cañete, imaginan
ustedes, cuánto ahorraría el país, si este flagelo se redujera. Cuánto se
pierde en hacer inversión pública que requieren los pueblos, por no tomar este
tema en serio.
En segundo lugar, el machismo enraizado en miles de hogares cañetanos
imposibilitan a la mujer el buscar un sustento diario; en buen romance, los
hombres no les permiten trabajar porque consideran “una obligación moral” que
la mujer deba quedarse en casa, pues atribuyen que la mujer no sirve para el
trabajo.
Si esos miles de hombres abandonaran esa estúpida idea, imaginan
¿cuántos hogares con pocos ingresos mejorarían su situación económica si la
“compañera de casa” contribuyese con sus ganas de laborar? Muchos hogares
cañetanos dejarían ser pobres y el asistencialismo estatal se reduciría, con
ello el Estado podría invertir en obras básicas que requieren los pueblos
emergentes.
En tercer lugar, nadie debe ser ajeno a la violencia contra la mujer.
Lamentablemente la idiosincrasia provinciana ha legado durante décadas frases
como “no te metas en problemas ajenos”, o “deja que en pareja resuelvan sus
cosas”.
Tal desinterés social no repara en el hecho, que los hijos que viven en
ambiente de violencia familiar, crecen resentidos de sus principales
“referentes paternales”, no asocian valores, y como consecuencia de ello, se va
germinando una generación proclive a actos delincuenciales.
¿Cuánto economizaríamos como sociedad si abandonamos el desinterés por
un problema sanitario como lo es la violencia hacia la mujer? Como sociedad
ahorraríamos mucho, podrían reducirse los índices de criminalidad, y le
daríamos al Estado “otro espacio” para invertir en otros temas necesarios para
la comunidad, por ejemplo invertir en educación o salud.
Ahora comprenderán por qué debe ser importante, que apostemos por
luchar contra la violencia hacia la mujer. Los medios de comunicación no pueden
ser ajenos a ello. ¿Usted apoyará?
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