Por Vladimir Alexander Rojas Hinostroza
Comentarios encontrados o no, existen serias dudas
respecto de la publicidad promovida por las autoridades regionales y locales,
empecinadas en auspiciar a sus gobiernos como exitosos gestores del “arte de
gastar” en beneficio de la población. Y valgan verdades, entre el festejo y la
duda, se refleja una seria desazón.
Con una modesta opinión, se debe enfatizar que la “moda
del ranking presupuestal” es un falaz barómetro político que no pueden elegir
nuestros gobernantes para rendir cuentas a los ciudadanos, por sencillas
razones: i) Nadie repara en que el Estado no puede decirse “a SÍ mismo” que es
eficiente, ii) regiones y municipios no reciben el mismo presupuesto, iii)
Capacidad de gasto no es lo mismo que inversión en obras, iv) ante tal confusión
analizan mal las cifras.
Respecto de lo primero, el Estado (sea gobierno regional
o local) no puede alardear en considerarse un buen gestor, dado que se quiebra
una regla clave: no ser juez y parte a la vez; para eso existen organismos
especializados en descentralización y presupuesto que nos pueden decir en forma
académica y didáctica la verdad sobre la llamada “eficiencia estatal”. Y de
hecho menos aún, ni los medios nacionales están capacitados para hacer un
balance, salvo que contraten instituciones especializadas, como lo hacen para
difundir encuestas y sondeos de opinión.
Sobre la segunda razón, es un hecho palmario para los que
cliquean “transparencia económica”, que los gobiernos regionales y locales,
reciben diferentes montos presupuestales, en buen romance, no reciben la misma
cantidad de dinero “para gastar”. De ahí que resulta incongruente comparar a un
gobierno regional que en el 2012, ha recibido en soles 800 millones (Lima), con
otro que recibe 1600 millones (Ancash); o un gobierno local provincial que
recibe 17 millones (Huarochirí), con otro que recibe 89 millones (Cañete).
Ahora bien, sobre la tercera razón, ya muchos lo han
señalado hasta el cansancio: Una cosa es gastar un presupuesto, sin que se diga
¿en qué?, y otra cosa es el gasto en inversión pública, es decir en Obras. Y
esto es serio, porque más que descalificar políticamente a la autoridad por
promocionar lo “bien que cree haber gastado”, resulta criticable, que se
menoscabe el derecho a la información. Con una preocupación adicional, que los
medios de comunicación ni buscan informarse, ni analizar lo que se dice en las
audiencias de rendición de cuentas.
Como consecuencia de estas breves tres razones, se
presenta la cuarta razón consistente en la “intencional confusión” de analizar
el famoso “gasto presupuestal”, y en el que se ven envueltas nuestras inquietas
autoridades. Ante el desconcierto, prima la duda, que usualmente termina
favoreciendo los propósitos políticos de más de un gobernante en la región
Lima.
Ante la imposición de la “moda del ranking presupuestal”,
debe primar la moda de la decencia presupuestal, y la correcta ejecución de
inversión que resuelvan los reales problemas de nuestras localidades. Se viene
haciendo, no hay que ser mezquino en no reconocerlo, pero aún falta mucho, y
deben corregirse graves errores.
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