(31/03/2013) El desenfreno en los jóvenes
en estos tiempos, los llevan a cometer
excesos en el consumo de alcohol y drogas donde las orgias son usuales hasta en
los vehículos que los llevan a las playas del sur en cañete. Matta nos cuenta
indignado el sin sabor de tanto joven perdido moralmente en estos tiempos.
(Juvroh)
El Chato Matta mostró su
indignación por la actitud de los jóvenes en estas fechas.
Mi amigo taxista, el Chato
Matta, llegó al restaurante por un arroz con pato a la chiclayana con su chicha
de jora. “María, no sabes la cantidad de trabajo que tuve por Semana Santa.
Pero yo no la llamaría así, para mí, más bien, la debo llamar ‘Semana diabla’.
Antes, cuando estaba en el instituto, con mi mancha nos juntábamos en el Centro
para tomar el interprovincial que iba a Chincha y le decíamos al chofer que
bajábamos en el km 115, en un paraje desértico, pero nadie sabía que caminando
en línea recta una hora llegábamos a unos acantilados y, abajo estaba la
extraordinaria playa ‘El ataúd’. Era un lugar inhóspito.
Una playa virgen. Tus padres
no sabían de ti en días, para traer agua había que ir hasta Cañete. Tenías que
llevar una gran cantidad de agua y trago para no ir a la ciudad. El viaje en sí
era toda una odisea. Ahora, en este nuevo siglo, todo ha cambiado. Los chibolos
están recontraconectados. Con celulares ultramodernos llaman y ven a sus padres
para pedirles plata si se les acabó. ‘Mándame a mi cuenta, pe’. Ahora ya no van
como nosotros en ómnibus. Contratan taxistas, como yo, para que los lleven a
las casas de playa o campamentos.
María, tuve muchos problemas
con algunos chiquillos y chiquillas que, porque creían que me estaban pagando
una buena tarifa, les iba a consentir sus cochinadas. Ni bien pasábamos el
peaje de Venecia, prendían sus ‘tronchos’ o tomaban unas ‘pastillitas’ y vodka
con energizantes. Se ponían como locos. Una parejita ¡¡se puso a tener sexo en
el asiento de atrás a plena luz del día!! A esos los bajé de inmediato y no les
devolví su plata. ‘Y agradézcanme que nos los llevo a la policía, porque me
parecen menores de edad’, les dije y uno de ellos me contestó: ‘Chato, conch…,
mi viejo es influyente, ya tomé tu placa. Te van a quitar el carro’.
No dudaba que el padre de ese
chico sea un hombre importante, pero yo me preguntaba: ¿Son más importantes sus
negocios, la política o su trabajo que su hijo? Porque ese muchacho iba a
malograrse los cuatro días y hasta podía morir de una sobredosis. Bastaba
escuchar su conversación para darse cuenta que están totalmente carentes de
valores. Solo hablan de chicas, sexo, discotecas, drogas y plata. Sobre todo,
dinero. Esos son los chicos que los malditos narcotraficantes captan para
ponerlos a vender drogas a sus amigos en las exclusivas discotecas del sur. Yo
no podía dejar de compararlos con mi mancha del instituto en los 80. Nos íbamos
sanos y llevábamos varias damajuanas de vino y pisco.
A las chicas, las
respetábamos. Y si pasaba algo, era por efecto de los tragos.
Como aquella vez, cuando en la
fogata, las parejas se iba a los parajes oscuros de la playa. La gorda Kitty
gritó frente a la fogata y mirando a Wilo, Caníbal, Tito, Cocoroco, Carlitos
Salazar y otros casamenteros que no habían alcanzado pareja, una frase
inolvidable para todos: ‘¡Quiero un hombre!’. Varios se quisieron apuntar, pero
Juan y Caníbal les hicieron el alto: ‘Kitty está pasadaza. No hay nada que
agarrar allí. Chicas, llévensela a la carpa’. Hoy, los jóvenes no creen en
nadie. Son como el ‘Puma’ Carranza en el fútbol, le pegan a todo lo que se
mueve. Esta Semana Santa se convirtió en ‘Semana diabla’”. Pucha, el Chato Matta
tiene razón. Me voy preocupada. Cuídense.
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