Fútbol Por amor a la crema,
Teodoro Fernández rechazó hasta un cheque en blanco. Porque todo lo que había
en la ‘U’ lo había hecho suyo, y la ‘U’, 100 años después, sigue siendo Lolo.
De niño, su padre le prohibió
usar sus zapatos para darle a la pelota, porque el derecho siempre resultaba
más gastado que el izquierdo y el par quedaba impresentable. Don Tomás
Fernández Cisneros, administrador de la Hacienda Hualcará en San Vicente de
Cañete, llegó a esconderle los zapatos a Teodoro y sus hermanos, que burlaron
la prohibición y empezaron a jugar descalzos. No solo eso: el niño Lolo
aprendió a ser ambidiestro.
Romper la pared de quincha de
la iglesia local fue señal de que Cañete no iba a soportar tanta potencia. A
los 16, siguió a sus hermanos a Lima y firmó por Universitario de Deportes por
120 soles.
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