CAÑETE: SE VIENE LA FIESTA DE
SANTA EFIGENIA, PERO SIN GATO.
El 21 y 22 de septiembre es la
gran fiesta de la santa negra en el pueblo cañetano de La Quebrada. Aunque por
una extraña razón le siguen confundiendo con el festín de comer gato. No hay
duda que el marketing supera la realidad.
Escribe: Iván Reyna Ramos
Fotos: Giovanni Rezza Morales
DE ETIOPÍA A CAÑETE
De acuerdo con la tradición
cristiana, Efigenia fue hija del rey Eggipus de Etiopía y de la reina
Ifianassa. La princesa Efigenia se oponía a casarse con el príncipe de Hitarco
debido a su consagración a Dios. Así que su padre enfurecido por la
desobediencia de su hija -creyendo que se debía a la influencia del Apóstol
Mateo- ordena matarlo e incendiar el claustro que éste había fundado. Entonces
Efigenia invoca el nombre de Jesús y salva el monasterio del fuego. Sin embargo
Mateo fue martirizado, y es entonces que Efigenia, entristecida con la muerte
de su mentor, ordena construir un templo en su honor. De ahí que ambos santos
comparten el calendario del martirologio romano: el 21 de septiembre.
Según el antropólogo peruano Sabino Arroyo
Aguilar (apoyado seguramente en los escritos del historiador cubano Ramiro
Guerra), dice que la imagen de la santa negra “luego de pasar por los puertos
de Cuba y Panamá, habría arribado de noche en La Quebrada secretamente”. Eran
los tiempos del tráfico de esclavos africanos que trabajaban en los cañaverales
de las haciendas de Cañete.
Algunos estudios precisan que
la imagen llegó a La Quebrada por el año 1741. El investigador Julio Luna
Obregón, ex catedrático de la facultad de letras y humanidades de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, señala que -según sus averiguaciones-
sería “en el siglo XVIII cuando la hacienda perteneció a la orden de La Buena
Muerte, y fueron los religiosos los que llevaron la imagen de Santa Efigenia”.
Pero el historiador agrega unos detalles interesantes, dice que “la Virgen
tiene rasgos de blanca, pero es negra. Tiene cabello ondulado y una vestimenta
que no señala una orden religiosa específica”. Sólo al leer los textos del
santoral, se cuenta que la princesa tomó el color negro cuando fue sometida a
la hoguera junto al Apóstol Mateo.
Se sabe que la primera
procesión de Santa Efigenia por las calles de La Quebrada en el distrito de San
Luis ocurrió en 1994, organizada por el recordado poblador Sabino Cañas
(fallecido en el 2002). En esa época salió la imagen en un anda y la acompañaron
con festejo, tocado con bongoes y cajones. El mismo Sabino Cañas recitó algunas
décimas en las que relataba historias familiares y la resistencia de la cultura
negra. Para 1996, se la declaró patrona del aclamado festival del Arte Negro.
SED DE GATO
Pero ¿cuándo y cómo empieza la
historia de los gatos? Fue en el mismo año 1994, y el mismo Sabino Cañas, que
en vista de que Santa Efigenia no atraía prensa, no se le ocurrió mejor idea
que organizar una “gatada” nacional donde se juntaron todos los gateros del
Perú, y hasta se premió el ganador del platillo. El auspiciador del premio fue
nada menos que un padre de la patria. La razón es que en el pueblo de la
Quebrada, algunas familias tenían la vieja costumbre de comer a sus mininos.
Pero lo que nació como una simple secuencia de la fiesta se convirtió en un
boom mundial. La misma National Geographic, organizaciones defensoras de los
animales, la prensa nacional, han hecho todo un festival de comentarios a favor
y en contra del sabor gatuno. Cierto es que ya no se habla de la fiesta de
Santa Efigenia sino del gato.
Para los responsables de la
organización esto es una escandalosa exageración. Patricia López Pazos, es una
lugareña, nacida en la Quebrada, con estudios en periodismo, ex regidora de la
municipalidad de San Luis, y una ferviente promotora del arte negro, y como
tal, defensora de la fiesta de Santa Efigenia, pero no del gato. Patricia es en
estos momentos la Coordinadora General, quien tiene la responsabilidad de llevar
adelante la fiesta del 2013. Y habla claro, “he escuchado de gente que no
conoce La Quebrada de que se sacrifican hasta 100 gatos, y me pregunto ¿de
dónde sacan tantos gatos si no los hay?, y también que se les ponen cohetes
para que revienten en sus cuerpos, cuando esas imágenes corresponden a años
atrás, hoy ya no hay nada de eso. Pero sí creo que todo esto tiene un nombre:
exageración”.
Lo cierto es que en este
pueblo todavía quedan algunos rezagos del festival de 1994. Curiosamente son
muchos los extranjeros que llegan a La Quebrada en busca de alimentarse de
gato. Mientras que en el mismo pueblo, apenas son contadas familias las que
mantienen esa costumbre ancestral. La pregunta es ¿Se podría ir en contra del
arraigo cultural de un pueblo? ¿Es correcto dimensionar la información al punto
de inflar cifras y maltratos que ya no existen? ¿Se ayuda al pueblo de San Luis
mostrando viejas historias que ya no son parte de la realidad? Sería bueno
darse una vuelta por el mismo corazón de La Quebrada para tener coherencia de
lo que pasó hace años, de cómo viven actualmente y los sueños de esta población
que está harta de que se los acuse de salvajes comegatos. No hay duda de que
todos repudiamos el maltrato de los animales.
FESTIVAL DEL TAMAL
Para que el público tenga una
idea de que la fiesta de Santa Efigenia –en este 2013- está más sabrosa que de
costumbre, los organizadores han programado para el sábado 21 de septiembre,
actividades que se abren –a las 10 de la mañana- con el Segundo Festival del Tamal
Cañetano y los Picarones. Luego se realizará una feria informativa a cargo de
la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público, el Indecopi, el Ministerio de
Cultura. Los temas estarán orientados al racismo, discriminación y bullying. La
ocasión servirá para que se presente la orquesta “Magenta”, una agrupación de
niños con habilidades especiales. La noche se cierra con una gran serenata en
la que participarán artistas de Cañete, Chicha, Pisco, Ica.
El domingo 22, los fieles
devotos despiertan –como de costumbre- en la Iglesia de La Quebrada para rendir
plegarias a Santa Efigenia. Después de la Santa Misa, todos salen en procesión
por las principales calles de La Quebrada. Queda claro, entonces, que las
instituciones peruanas presentes respaldan la fiesta cultural y espiritual de
un pueblo –hoy con unos 4,000 habitantes- que históricamente vivió el flagelo
de la esclavitud, pero que de ninguna manera aplaudirían el maltrato de los
animales. Sólo queda pedir a Santa Efigenia que derrame bendiciones sobre este
valle bendito, a 138 kilómetros al sur de Lima. Que así sea.
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