Por Vladimir Alexander Rojas Hinostroza.
Cañete enrostra día a día una
serie de hechos que desnaturalizan su normal convivencia: robos, asesinatos,
extorsión, accidentes, entre otras alimañas delictivas; lo grave es que, en ese
infeliz destino, también ponen su granito de arena, la autoridad y el
funcionario cuando no ejercen bien sus funciones, como ocurre con el sector
transportes.
Es innegable que la gestión
provincial ha promovido una serie de inversiones en pistas de acceso a centros
poblados; y no era para menos: tenía que ocultar la "torpeza" de
haber clausurado pistas en calles céntricas, sin que haya reparado en inaugurar
nuevas. Pero en el Concejo Provincial, a los regidores poco o nada les ha
interesado. Deben seguir en sus asuntos, que no son ediles.
Para qué existe una Comisión
de Transportes, si lo que ha debido buscarse desde un inicio era un gestor para
un sector desatendido desde hace años, o es que acaso se ha olvidado que siguen
utilizando planes y normas vetustas. El "proyecto de plan regulador"
sigue colgado en una página web, esperando que la gestión actual concluya. ¿Y
la comisión de transportes? Pues deben andar colgados de algún semáforo, un
sardinel destruido, o una giba innecesaria.
Hay problemas serios en
transportes, eso ni dudarlo; pero de ahí que el Concejo Provincial haya
decidido publicar un zafarrancho en "El Peruano", es un indicador de
cuán mal se regula el servicio de transporte, como lo es el de los taxis. Me
explico.
En el 2012, se emite la
Ordenanza 040, por medio del cual se aprobó el reglamento de taxi en la
provincia. Pareciera que tal norma se elaboró sin participación de nadie, dado
que nadie reclamó que se exija a todos los taxis "remisse" que
utilicen el color "blanco". Repito, nadie observó nada.
Ahora, el 08 de noviembre de
2013, en "El Peruano" se publica la Ordenanza 029, disponiendo que la
citada exigencia queda sin efecto. La justificación: viabilizar los pedidos de
las empresas cuyas unidades no cumplen con el requisito del color. El período
de gracia es de 2 años. Que generosos regidores.
Qué gran descubrimiento
social: luego de 1 año, nuestros regidores se dieron cuenta que las empresas de
taxi no tenían dinero para cambiar el color de sus vehículos. Cuánto hubiese
ahorrado la municipalidad en publicar normas, si la consulta la hubiesen hecho
1 año antes.
Dirán que errar es humano,
pero ese error no afecta el bolsillo de la Comisión de Transportes, sino del
erario público. Al final, nadie discutió la razón de la exigencia del color
"blanco", en una localidad que transita insegura, y dónde se requiere
uniformidad en las unidades que prestan un servicio público.
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