Por Vladimir Alexander Rojas Hinostroza.
Cuántos lucharon aquéllos días no lo sé, fueron miles.
Pero muchos de los que lidiaron ya no están, si lo sé, y los recuerdo, pero
muchos no.
Un despertar genuino y honesto, de un pueblo que no
permitió avasallarse con un proyecto heredado del gobierno del jefe de la mafia
que destruyó el partido de Haya de la Torre, y que Humala ni sospechó que
Cañete lo tenía vedado.
Ya en aquél 2009, Erasmo Reyna, viceministro alanista,
llegó a Cañete para recibir un no fulminante a la ampliación del Penal de
Cantera, pero nadie se preocupó en que el proyecto se desactive. Ese mismo
tipejo que hoy pulula de legista en el Congreso para defender lo más execrable
del último gobierno aprista.
Pero en la gesta social registrada del 30 de noviembre al
03 de diciembre de 2011, no hubo funcionario, ni colegio de abogados, ni
facultad de derecho que alzará su voz jurídica ante el atropello que se
perpetraba. Pero si, hubieron personas que, sin la formación legalista,
objetaron tamaño despropósito.
La maquinaria policial y burocrática de Lima estaba
preparada a arremeter y lo hicieron: criminalizada la protesta social mediante
un decreto legislativo de Alan García, las armas apuntaban esperando la orden
para asesinar a los "revoltosos" como nos llamaron los medios
capitalinos.
Y así, cayó abatido, Pierre Gonzáles Arias, quien ha dos
años de su partida, pocos lo recuerdan.
Lo asesino un arma policial, lo asesinó la indiferencia
de muchos por no cuidar que se elimine el proyecto de ampliación, lo asesino el
silencio cómplice de los formados en Derecho que nunca objetaron la ley que
criminaliza la protesta, lo asesinaron las autoridades, que los dejaron en el
abandono, y hoy puede ser asesinado en el olvido de un pueblo que olvida lo que
hizo.
Han transcurrido dos años, y nos hemos vuelto a quedar
sin agenda de lucha, cuando tenemos tantos problemas latentes en nuestro
bendito valle.
Han transcurrido dos años, y no hemos reparado en cuántos
días dejados al olvido, con generaciones que olvidan su historia, así
seguiremos condenados a seguir siendo un pueblo pequeño y torpe.
Han transcurrido dos años, y un asesinato queda impune,
ante la vista y paciencia de todos, mientras los medios utilizan el cliché
"mártir cañetano".
Han transcurrido dos años, y más que un recuerdo de
lucha, deberíamos abrigar una visión de un Cañete unido, que ha demostrado,
como en aquella oportunidad, que jamás será vencido.
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