Juan Pablo II y Juan XXIII
fueron proclamados santos en una ceremonia concelebrada por el Papa Francisco y
el papa emérito Benedicto XVI, junto con cardenales y obispos, en un acto
seguido por centenares de miles de peregrinos en Roma en todo el mundo.
La Plaza San Pedro también
contó con la presencia de miembros de las 122 delegaciones extranjeras, con 24
jefes de Estado y 10 jefes de Gobierno.
Se lucen los tapices de Juan
Pablo II y Juan XXIII colgados en la fachada de la basílica de San Pedro, los
mismos que se utilizaron en sus beatificaciones.
Los días que se han asignado
para la veneración son el 11 de octubre para Juan XXIII y el 22 de octubre para
Juan Pablo II.
Esta ceremonia comenzó con una
ligera lluvia, pero tras la proclamación salió el Sol.
A las 9.30 horas (de Roma),
llegó a la Plaza de San Pedro el Papa emérito Benedicto XVI, recibido con una
fuerte ovación, y se situó en el sector izquierdo, junto al resto de
concelebrantes.
El Papa Francisco acudió a
saludarlo al inicio de la ceremonia, fundiéndose en un cariñoso abrazo, así
como al final, para estrecharle las manos, gesto que Benedicto XVI correspondió
sonriente, según informa Europa Press.
Tras la proclamación, durante
la homilía, el Papa Francisco destacó que San Juan XXIII y San Juan Pablo II
fueron dos “sacerdotes, obispos y papas del siglo XX”, que “conocieron las
tragedias del siglo XX”, pero “no se escandalizaron”.
Así, el Pontífice ha destacado
que Karol Wojtyla y Angelo Giuseppe Roncalli no se abrumaron “porque fueron dos
hombres valerosos, llenos de la fortaleza del Espíritu Santo, y que dieron
testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su
misericordia”.
Expresó, además, que ambos
“tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y
su costado traspasado” y que “no se avergonzaron de la carne de Cristo, ni se
escandalizaron de él, ni de su cruz”.
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