Escribe Guillermo Peña.
Los últimos acontecimientos
—muy infelices, por cierto— relacionados con el tema cultural aquí en Cañete,
han demostrado una vez más que la mezquindad de la gran mayoría de cañetanos es
notable, y no tiene límites. Su falta de identidad cultural sólo se compara con
la indiferencia que estos sienten por el arte y sus distintas manifestaciones.
No hay reacción ni atención sino hasta que ciertas 'expresiones' trascienden y
se posicionan en el escaparate de cobertura nacional y se convierten en una sensación
masiva generadora de orgullo.
Entonces, frente a lo que
obedece estrictamente al tema comercial, obvian lo tradicional, lo que por
mucho tiempo ha sido sembrado por los soslayados de la cultura. Sólo hasta
entonces aparecen las alimañas acaparadoras de fama, las sanguijuelas
'filantrópicas' que se suben al bus, que se cuelgan del éxito ajeno con la
supuesta misión de colaborar con 'la cultura', que, como nuestras autoridades,
pretenden adornar sus gestiones apareciendo al lado de nombres respetados y personajes
emergentes para ganar réditos políticos en una campaña que, evidentemente, no
les será muy generosa en cuanto a las preferencias. A pesar de que se esmeran y
explotan sus dotes histriónicos y dancísticos en TV nacional.
Pero eso no es lo más lamentable,
pues de los políticos no se puede esperar nada mejor. Son un caso perdido. Lo
que a mí me preocupa y me tiene muy decepcionado, es esa anestesia moral
colectiva de la población, esa que exige mayor divulgación de Arte y Literatura
y mejores propuestas culturales, y que ha desatado este acelerado proceso de
pérdida de identidad y la desidia por la búsqueda permanente de la gloria (no
solo del éxito) cultural. Esa mayoría cree que pueden sumarse al éxito sin
hacer nada. Creen que decir «yo apoyo» les da derecho de convertirse en
gallinazos bulímicos que tragan y tragan los logros impersonales; creen que
ocultar y dilatar la ruta de los recibos por honorarios de gestores culturales
provoca el crecimiento de su popularidad y de su pendejada; juran que recortando
el presupuesto destinado al sector de cultura en un municipio y aumentando el
del cemento, su reelección es segura. No toman en cuenta algo importante: «El
arte y la cultura tienen un valor, y los artistas y los escritores juegan un
papel crucial en la discusión sobre nuestra historia y nuestra realidad».
La población y las autoridades
están convencidas de que el precio de lo que ellos llaman cultura cuesta un
miserable SMS y un anuncio en radio y televisión local, y nada más. Han
desvirtuado y menoscabado a la cultura. Y lo más grave, no tienen consciencia
de ello.
Pero mientras existan
personajes dispuestos a presionar para ver resultados, mientras haya compromiso
de unos cuantos ciudadanos comprometidos verdaderamente con la cultura y con
muchas ganas de JODER a los gobernantes para que inviertan en el arte, habrá novedades.
En Cañete, si no jodes nadie te hace caso.
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