
Escribe Lilia Córdova Tábori.
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Anais Anaya y Sandra Mendieta son las voces y la
esperanza de cientos de perros abandonados
y maltratados que deambulan por las calles de Lima. Con la comunidad
virtual Voz Animal, ellas fomentan el respeto, la compasión y la adopción de
animales.
Desde el 2006, antes de unirse como grupo, las dos
jóvenes ya rescataban y daban asilo en sus casas a decenas de perros y gatos.
“Siempre nos consultan como si fuéramos veterinarios”, confiesa Sandra, quien
junto a Anais ha aprendido a poner inyecciones y asistir en las esterilizaciones
de los animales que rescatan.
—¿Cómo empieza esta cruzada por los animales abandonados?
Anais: Cada una recogía perritos de la calle y los
ayudábamos como podíamos. Decidimos juntarnos para tener un lugar propio, en
vez de pagar hospedajes o acudir a los albergues que están saturados. Primero
nos donaron un terreno pero no funcionó. En vista de ello, mis padres me dieron
uno en la zona industrial de Chilca y los pasamos allí.
— ¿Cuántas personas forman Voz Animal?
Sandra: Al principio éramos solo las dos y se nos
escapaba de las manos, porque hay que entrenarlos, bañarlos, darles su comida o
sus medicamentos. Ahora somos cuatro personas.
— ¿Cómo se enteran de los casos?
S: Al día recibimos 65 e-mails pidiendo ayuda. Nos envían
fotos de los animales. Primero constatamos de que el caso sea cierto. Si no
podemos buscarlo, colgamos su foto en nuestra página de Facebook para que otras
personas colaboren.
A: A través de nuestra página recaudamos donaciones,
vendemos polos, camas para perros y chocolates. Además nos sirve para encontrar
voluntarios que les den cariño y enseñen a pasear. Al toque cambian el chip del
maltrato y miedo a las personas. Se vuelven supercariñosos.
—¿Qué tan lejos han ido para rescatar a un perro?
A: Hace poco estuvimos buscando un perrito sarnoso en
Puente Piedra.
— ¿Lo rescataron?
A: No. Su dueño es un reciclador con problemas mentales
que se rehúsa a darlo. Tiene siete perros en ese estado.
S: Incluso le hemos ofrecido los medicamentos para
curarlo.
—Él también necesita que lo asistan.
A: Muchas personas toman a mal que ayudemos a sus
animales y no a ellas. Prefieren que todos estén mal. En lo posible tratamos de
llevar ayuda para todos.
— Con su apoyo
ellos se quitarían un peso de encima.
A: Estas personas ahogan a las crías o las abandonan, en
vez de operar a la perrita para que no tenga más cachorros.
S: Nosotras les damos todas las facilidades para
esterilizar a sus mascotas. Una vez nos han seguido con palos porque nos
llevamos a sus perros.
— ¿Dónde ocurrió eso?
S: Estábamos apoyando una campaña de esterilización de
perros en Canta Callao. Muchas personas no querían y nos insultaban. Nos
contaron el caso de un reciclador que tenía muchos perros y gatos. Conversamos
con él y aceptó. Pero su mamá, una señora de 70 años, se opuso. Tratamos de
convencerla. Pero no quería. Entonces nos llevamos a los perros. Ella salió con
un palo a perseguirnos. Al final logramos esterilizarlos. Su hijo nos agradeció.
Para la señora era normal que los animales se reproduzcan sin control, a pesar
de las malas condiciones en las que los tenían.
— ¿Por qué la gente no quiere esterilizar a sus mascotas?
A: Por ignorancia. Cuando la perrita sale preñada,
regalan a los cachorros y se olvidan de ellos. No se dan cuenta de que así
contribuyen a que haya más perros callejeros.
S: Hay otros factores. En una ocasión, apoyamos a unos
veterinarios en una campaña en Puerto Nuevo [Callao]. Allí encontramos una
perrita con sarna que se había comido parte de sus patas traseras. Su dueña era
evangélica y no les permitía a los veterinarios curarla. Ella les decía: “Esto
no es obra de Dios”.
— ¿Qué casos recuerdan con más cariño?
A: Pirata es una perrita tuerta que recogí junto a sus
crías en un parque de Los Olivos. Era invierno y estaba toda mojada, escondida
en un hueco cerca a un arbusto. Ella vino muy arisca y miedosa. Ahora salta
para darte besos. Sus cachorros estaban enfermos. Todos salieron muy bien. La
he adoptado. Ella sigue cavando sus huecos
para esconderse. Nunca va a olvidarse de eso.
S: En mi caso siempre recuerdo a la cachorra Ñusta que
encontré en Gamarra. Estaba flaca, llena de pulgas y sarna. Los parásitos que tenía
le ocasionaron un problema gastrointestinal. La llevé al veterinario. Le
preparaba hígado y la obligaba a comer cada tres horas. Caminaba por mi casa
con su vía. Un amigo la adoptó. Ahora se llama Combi.
— ¿Hacen seguimiento a los casos de perros adoptados?
S: Sí y nos toma
bastante tiempo. Los perros que damos en adopción siempre están esterilizados y
con sus vacunas. Si tienen menos de 5 meses, obligamos a los adoptantes a
firmar un compromiso de esterilización. Nos aseguramos de que lo cumplan.
(El
Comercio/Juvroh/Al Rojo Vivo-12-10-2014)
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