Hace unos días escuché en
algún medio local que en estas elecciones ha triunfado el voto emotivo, que la
población cañetana ha sido muy susceptible para seleccionar a su candidato y
volverlo el favorito de la campaña. Déjenme decirles, señores analistas y
comunicadores, que no solamente en Cañete sino que en el Perú entero las
elecciones se ganan con el “corazón”; en los peruanos todo se maneja con la
emoción. La gente no elige propuestas, de hecho detesta las promesas. Lo que la
sociedad elige son imágenes implícitas y percepciones. Es decir, aquellos que
no han sabido utilizar correctamente estrategias novedosas para ingresar a las
mentes del electorado, invertir en un auténtico marketing político para
persuadir al público que estuvo atento a los medios más sintonizados, aplicar
estos conocimientos particulares al pie de la letra y de acuerdo a las
circunstancias y oportunidades que se presentaron, han perdido esta contienda,
y la han perdido a voluntad.
Yo estoy convencido de que ni
siquiera el ganador de esta elección ha utilizado correctamente estos recursos:
su ventaja más bien estuvo en hacer un trabajo de campo desde el cargo que
posee desde hace muchos años, aprovechando sus notables influencias (que la
oposición conocía a la perfección y que criticó hasta el hartazgo) y
reafirmándose implícitamente ante el público en su intención de llegar a la
alcaldía y gobernar. Eso generó sensación en la población y temor en los demás
candidatos, quienes al verlo como un peligro decidieron atacarlo en toda esta
temporada. Grave error. Fue contraproducente. El ganador no movió un dedo para
responder, rehuyó a los debates y ataques de sus enemigos, y se puso firme en
sus propuestas anodinas e insustanciales, que llegaron como solventes a la
ciudadanía, esa ciudadanía que no elige propuestas sino percepciones. La
percepción fue la siguiente: “por algo atacan a ese muchacho”. O sea, el factor
joven también sirvió para ganar, y esa es otra percepción, saber que es sangre
nueva.
Y si no me creen, para
reforzar mi teoría y convencerlos de que todo se maneja con la emoción,
respóndanme a la siguiente pregunta: ¿por qué creen que hay tantos candidatos,
militantes y simpatizantes disconformes con los resultados, revanchistas y
desquiciados que no asimilan ni aceptan la pérdida, e incluso salen a los
medios de comunicación a buscar y señalar culpables de su fracaso, a injuriar y
calumniar a medio mundo? ¿Por qué?
Todo es emotividad en la
gente. Piénsenlo. (Guillermo Peña/Juvroh/Actualidad Cañetana/Al Rojo Vivo/15-10-2014)
Comentarios