Escribe Rosa
María Palacios.
Cuando muere
un periodista no solo se quita la vida a una persona. Se matan las historias en
las que estaba trabajando y se manda un mensaje de miedo a todos sus colegas.
Cuando muere
un periodista y los periodistas nos conmovemos, preocupamos e indignamos,
muchos creen que lo hacemos solo por espíritu de cuerpo. Es verdad que
deberíamos cuidarnos más los unos a los otros – no lo hacemos muy seguido– pero
nuestra preocupación, más allá del compañerismo o de la tragedia, es la defensa
de lo que queda después de esa muerte para los lectores: miedo, autocensura,
silencios.
Cuando muere
un periodista joven, de 22 años, a punto de graduarse de la Universidad San
Martín de Porres yo veo la cara de mis alumnos de la PUCP. Sus ilusiones, sus
esperanzas, su valor.
La ilusa idea
de que pueden hacer coberturas o encontrar primicias en lo que Pérez Reverte
llamó “Territorio Comanche” en su famoso libro. Porque en eso se están
convirtiendo las coberturas de los colegas en provincias en todo el país. En no
saber si te la estás jugando o no. En no estar seguro de por dónde vienen los
tiros. Los metafóricos y los reales.
Cuando muere
un periodista joven y miro su foto sonriente veo la cara de todos los
periodistas jóvenes con los que hoy trabajo. Recuerdo las precariedades
empresariales y laborales con los que estos chiquillos empiezan y avanzan, a
pesar de todo, con la pasión por el periodismo de los más jóvenes. Pero los más
viejos tenemos que recordar que hoy hay que cuidarlos más. Tener cautelas.
Saber a dónde
mandamos a cada quien. Fernando Raymondi podía mimetizarse con la población,
era lugareño en Cañete, y eso era una ventaja pero tal vez, ¿preguntó
demasiado, husmeó demasiado, llamó la atención?
Cuando muere
un periodista, se arma un escándalo. Demandamos investigación oportuna. El
director general de la Policía dice que se trata de “un intento de asalto con
consecuencia de muerte”. La hermana de Fernando Raymondi dice que no opusieron
resistencia y señalaron dónde estaba el dinero de la tienda. Le metieron dos
tiros a Fernando y se fueron sin robar nada.
Cuando muere
un periodista se me parte el corazón. Qué más les puedo decir.
(Juvroh/Actualidad
Cañetana/Al Rojo Vivo/14-11-2014)
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