Si hace 1,600
años hubiéramos caminado por los Andes centrales, lo más probable es que nos
hubiésemos comunicado en jaqaru. La cuna de esta lengua –poco hablada y aún
menos conocida– se encuentra muy cerca de la capital del Perú: en Tupe,
distrito de la provincia limeña de Yauyos.
Según los
estudiosos, se hablaba jaqaru en el antiguo imperio Wari y hoy lo hacen
alrededor de 750 personas. La Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) la considera una lengua en peligro
de extinción y, por eso, ha saludado la implementación en Tupe del primer
registro civil bilingüe del Perú y de América Latina. Esta innovación del
Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec) es el resultado de
traducir del español al jaqaru todos los formularios necesarios para inscribir
un hecho vital o un cambio de estado civil, y de utilizar actas de nacimiento,
matrimonio y defunción en ambos idiomas.
En agosto
empezó esta práctica registral que surge con la aspiración de extenderse e
impulsar un cambio en la concepción de la gestión pública.
Hoy más de
cuatro millones y medio de peruanos y peruanas hablan alguna de las 47 lenguas
originarias reconocidas en nuestro país. Aunque su lengua sea distinta al
castellano, solo empleando este idioma pueden relacionarse con el Estado. Ellos
perciben que la administración pública es excluyente y hostil si, cuando
necesitan hacer un trámite, nadie los entiende o los entienden a medias. De esa
manera, se reduce el abanico de sus oportunidades. Así, encuentran barreras en
su vida diaria y en el ejercicio de sus derechos fundamentales.
Ahora que la
diversidad nos hace sentir tan orgullosos cuando se trata de geografía,
arqueología o gastronomía, es buen momento para rescatar nuestro valiosísimo
patrimonio lingüístico. La lengua es uno de los elementos que mejor nos
caracteriza y un vehículo de transmisión de la cultura de los pueblos. Si
inscribir nacimientos, matrimonios y defunciones es importante, lo es más aún
si los registramos en el idioma que nos identifica.
La existencia
de versiones bilingües de documentos oficiales tiene un significado que
trasciende a los 750 jaqaruhablantes. Ellos son los sobrevivientes de una lucha
de 1,600 años por mantener viva la lengua que ahora se busca preservar y
difundir mediante el registro civil bilingüe. Este nuevo servicio en Tupe es
una forma de decir que el Estado no tiene por qué andar de espaldas a sus
habitantes. Y de decírselo en su propio idioma.
(El Peruano/Juvroh/Actualidad Cañetana/Al
Rojo Vivo/18-11-2014)
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