La previa. Apenas llegan a los 17
años. Desde las siete de la noche los jóvenes empiezan a beber licor antes de
ingresar a las discotecas.
Descontrol en el sur. La República realizó un recorrido por ese complejo comercial situado en el km 97.5 de la Panamericana Sur y comprobó que jóvenes y adolescentes no tienen límite para consumir licor y a veces drogas sintéticas. El abuso de estas sustancias ha llevado a la muerte a inocentes en las pistas.
Escribe Óscar Chumpitaz C.
Muchos jóvenes y adolescentes que
vienen a este lugar se exceden en el consumo de alcohol y provocan peleas. A
veces también accidentes que terminan en tragedias. En los últimos tres
veranos, 13 chicos de entre 16 y 25 años han fallecido después de ir a bailar a
las discotecas del bulevar de Asia, el balneario de moda del sur de Lima.
La República recorrió los lugares más
frecuentados. Es un ámbito de desenfreno en el que todo vale. La ausencia de
adultos hace que estos muchachos no tengan límites y ocurran hechos dolorosos
como el protagonizado hace una semana por José Mateo Silva-Martinot Durand, de
22 años.
Algunas autoridades del distrito han
empezado a preocuparse por esta práctica común entre adolescentes que consumen
mezclas de alcohol, bebidas energizantes y drogas sintéticas: un cóctel
mortífero.
Estos excesos ocurren a espaldas de la
Policía, casi siempre ausente en el momento en que se producen, y delatan algo
peor: que los intentos de los políticos por frenar las olas frecuentes de
violencia juvenil han sido, hasta ahora, ineficaces.
Estudiantes de reconocidos colegios o
institutos que no pasan los 17 años ingresan a las discotecas provistos de un
Documento Nacional de Identidad (DNI) falso.
PARAÍSO DEL SUR
Según reportes de la Empresa Municipal
de Peajes de Lima (Emape) los fines de semana salen unos 100.000 autos rumbo a
alguna de las cien playas que se encuentran entre los kilómetros 20 y 100 de la
Panamericana Sur.
En el kilómetro 97.5 la música de los
distintos locales es como un imán de escotes, minifaldas, camisas desabotonadas,
baile, sudor y desenfreno.
La fórmula es sencilla y efectiva: los
locales son abiertos desde las 7 de la noche. Algunos tienen dos ambientes
(para 'toneros' y 'electrónicos') y siempre hay un DJ que hace que te piquen los pies por ingresar a
moverte.
Las horas pasan volando y, cerca de la
1:00 am, los hombres de seguridad de este complejo comercial y de diversión
sostienen de los brazos el cuerpo de una rubia incapaz de saber dónde se halla
y como se llama. Uno de ellos dice que chicas en ese estado se ven pasar
permanentemente y desde temprano. Y reflexiona que las 'pepas' y el alcohol,
juntos, "elevan al máximo" a las personas.
LLEGAN DE TODOS LADOS
Durante el verano el bulevar de Asia
se convierte en el epicentro de la movida de los jovencitos. Llegan de todos
los balnearios del sur: Totoritas, La Caleta, Lobos, Chocaya, Playa Blanca,
Sarapampa, etc.
Tienen para elegir una veintena de
discotecas y bares como Ibiza, Momo, Bliss the lounge, B.A.T. Urban Lounge,
Café del Mar Disco, Depeche Order, Joia, Juanito, La 97 Disco, La Huata, Momo,
Nua, Niñita, Perú Pasio Show Bar, Stereo Disco, Bubba Lounge, discoteca Zoomba
o Don Pepe.
La previa, eso de juntarse antes de la
disco para llegar entonados, está tomando nuevos rumbos cada vez más osados.
Son las 4:00 am. Un grupo de chicos y
chicas parados en una esquina están pendientes de la salida de la gente. Con
cordialidad invitan, mejor dicho desafían, a volver la próxima semana. Saben
que el siguiente viernes todo volverá a ser como fue ayer.
TRAGO, BAILE Y MÁS
Antes los jóvenes llegaban en sus
propios vehículos. Ahora alquilan una van. O abordan taxis. Ellos coinciden en
algo: viajar de esta manera está bueno porque se toma sin temor y sin control.
Así, como nadie prohíbe el consumo de
alcohol en los bares de la parte exterior del bulevar, lo mismo ocurre en las
discotecas del interior del complejo, donde está prohibido venderles a los
menores.
Toman whisky, ron fino, cerveza, vino
blanco espumante en copas de plástico que entra a borbotones.
Un speed con vodka se desliza de mano
en mano y llega justo a la mano de una chica que está apoyada sobre una barra.
Tiene 15 años y a ella nadie le pidió su DNI.
Los grupos de amigas saben que en el
bulevar los viernes son las noches del "todo vale" para los menores
de 18, que siguen llegando.
En la avenida que da hacia la puerta
6, y a pesar de la lluvia que hace correr el maquillaje, la afluencia de gente
se mantiene a las 3:00 am.
La música electrónica late. Las
botellas de agua y las pupilas, seguramente dilatadas detrás de las gafas
oscuras, delatan que comprar éxtasis o crystal también será una misión sencilla
en los exteriores de esta zona comercial.
Así, en un recorrido de seis o siete
horas, La República fue testigo de un desenfreno total en el bulevar.
Y a pesar de que en toda el área hay
hombres de seguridad conectados con radios portátiles, los chicos muestran sus gestos desafiantes. En la zona donde
estamos no hay rastros de ningún vigilante.
LLEVAN A LA MUERTE
Algunas muertes ocurridas en Asia son
consecuencia de los accidentes de tránsito que de tanto repetirse resultan
familiares. Para el coronel Carlos Velásquez, jefe de la Región Provincial de
Cañete, se trata de un problema estructural de la sociedad.
El sacerdote Nilo Padín, de la
Prelatura de Yauyos, señala que son los padres los que han descuidado una
responsabilidad fundamental, "luego están esos mercaderes sin alma, que
son los dueños de las discotecas".
"Todo el mundo sabe que eso es un
negocio en el que se pone en riesgo la salud física, psicológica y espiritual
de los jóvenes y adolescentes", advierte el religioso.
La ex regidora de Asia Cyntia Ramos
sostiene que "este es un fenómeno que se está saliendo de cauce y hay que
volverlo a su sitio".
Asimismo, considera que "el
problema fundamental pasa por cómo se piensa la vida de un joven", aunque
admitió que "no hay que generalizar, porque no creo que todos los jóvenes
estén atrapados en este mundo". Eso es verdad.
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