En San
Luis de Cañete, la “Cuna y Capital del Arte Negro Nacional”, se conserva una
dulce tradición que usted tiene que probar y conocer.
En
medio de la plaza hay una acongojada mujer de ébano. Su mirada se pierde en los
niños que juguetean a más no poder alrededor de un árbol. De pronto, un sonido
familiar le dice: ven. Entonces, el desconsuelo es sepultado por el olvido.
Ella sonríe. La curiosidad la invade y la atrapa de los pies a la cabeza.
“Fiesta
en la calle Comercio”, esclarecen por ahí. La mujer corre con convicción de
maratonista. Segundos después, con el corazón en la mano, llega al epicentro de
la jarana, donde el retumbe del cajón y el bongó hacen de las suyas. ¡Uy! Ella
misma es, en cada vibrante movimiento de caderas y hombros. ¡Confirmado!, es el
festejo hecho mujer.
Y
la dama tiene derecho a darse un descanso, mientras unos jovencitos cantan: por
eso es que yo el festejo lo bailo muy bien porque soy de San Luis, Cañete, eso
sí. Inmediatamente, Noelia Lara, cucharon en mano, responde: porque el quesito
de manjar blanco también es de San Luis, Cañete, eso sí. Todos la ovacionan.
“Vamos
que la otra jarana está en mi cocina”, asevera Noelia. Y sí, el festejo se
transporta a su entrañable cocina. Ella no baila, pero sí que realiza unos
cimbreantes movimientos con la paleta. Así mezcla en una paila 12 litros de
leche, cuatro kilos de azúcar blanca, maicena, canela y el toquecito del sabor
de la esencia de vainilla.
“Hay
que remover y remover la combinación por más de tres horas, para que no salpique”,
advierte la mujer, famosa en el conocido Callejón del Buque, en Barrios Altos,
Lima, y quien ha visto degustar sus manjares a los más consagrados cultores de
la música afroperuana como: Caitro Soto, Pepe Vásquez, Ronaldo Campos, entre
otros.
El
tiempo corre con mucha prisa. “No se queden mirando y ayuden”, ordena Noelia
con una gran sonrisa. Y es así como le dan una mano para que la paleta, de un
lado al otro, al ritmo del fogón, se baile un guaranguito en la paila. No tan
lento porque se puede quemar y ahí sí que el ‘negrita ven, préndeme la vela’,
quedará chico.
Y
no es que Noelia se quiera tomar un respiro. No, claro que no. Ella ya está
extendiendo un papel sobre la mesa. Al concluir, añade canela molida a las
paredes interiores de 250 moldes circulares. No se cansa, sabe que el tiempo
anda apurado y todavía le falta colocar los moldes sobre el papel.
Minutos
después, dice: con permiso, no me miren a mí, sigan moviendo. Voces de
cansancio se escuchan. “Mentira, ya está, paren”, entonces, coge un tazón y
vierte la mezcla. En eso, en un abrir y cerrar de ojos, empieza a batir con una
cuchara. Su ritmo es imparable. Ella sabe hasta cuándo y cuál es el punto y el
color que debe tomar la preparación.
Observa
bien y prosigue. Ahora, armada con la misma cuchara, vierte la combinación en
cada uno de los 250 moldes que reposan sobre el papel. Y parece que ahora sí ha
concluido todo. ¿Mentira?... “Debemos esperar aproximadamente dos horas para
que espese y pueda retirar los moldes”, explica.
Todos
esperan, hasta los gatos maúllan más que nunca. El cajón, el bongó y la mujer
del festejo guardan silencio hasta que… ¿Esto es un velorio o qué?, pregunta
Noelia, quien se aparece con los quesitos de manjar blanco que también se
quieren echar un festejo, pero en los paladares. ¡Jesucristo!, como diría
Caitro Soto. (Redacción: Luis Pérez Manrique - Foto: Ángel Chávez).
Pasa
la Voz, Llámanos al 943468308, Ahora Escúchanos en “Al Rojo Vivo” de lunes a
viernes de 9 a 11 a.m. por los 107.1 de
Radio Activa en cañete o por el siguiente enlace: http://activatv33.com/radio-en-vivo/
Comentarios