Más de 200 afrodescendientes del penal de
Cañete hicieron sentir en los siete pabellones
su herencia cultural, recreando
la Navidad Negra.
Con festejo, landó y zapateo, los 16
bailarines y 30 cajoneros del Taller de Danza Negra pusieron la nota alegre a
una festividad que es, en un centro penitenciario, la más triste del año: el
encierro estremece al más bravo de los delincuentes.
“He visto llorar a muchos internos, incluso a
los que parecían más peligrosos”, comenta un agente del Instituto Nacional
Penitenciario (Inpe) asignado en Nochebuena a uno de los pabellones de máxima
seguridad.
Los 1,962 internos que viven en el recinto se
pintaron cara, cuello y brazos con betún. Ni el Niño Jesús, María y José se
salvaron en los nacimientos armados en los patios y pasadizos del recinto.
Todos tenían que ser mulatos, zambos o sacalaguas.
No era para menos, pues la Municipalidad de
Cañete registró ante el Indecopi la denominación “Cañete: cuna y capital del
arte negro nacional”, para goce y disfrute de todos los peruanos.
2 La Navidad del Arte Negro Penitenciario se
desarrolló en el patio principal del centro carcelario. Se inició con la
procesión del Niño Dios con un grupo de internos vestidos de esclavos.
En la ceremonia, los afrodescendientes
demostraron lo mejor de este arte que llegó al Perú durante la Colonia. La
presencia de negros esclavos se hizo notoria en Cañete desde su fundación, el
30 de agosto de 1556. Mano de obra afro recibieron las haciendas de El Dulce
(Montalván), La Huaca, Viña de Casa Blanca y El Calero (Santa Bárbara), entre
otras.
El interno Manuel Pérez (de 26 años) hacía fila
junto con un grupo de bailarines. Tiene dos ingresos al penal por robo agravado
y cumple cinco años de encierro. Pérez espera la señal del maestro de
ceremonias para comenzar a mover sus pies y caderas al ritmo del estruendoso
sonido de los cajones y timbales de un festejo.
Todo el penal retumba y aplaude. Pero esto no
acaba en la losa deportiva: el director del recinto, Rodolfo Valdivia, dispone
que se abran las rejas de los pabellones para un recorrido.
3 Bajo las estrictas medidas de seguridad,
todos los internos tienen su momento de gloria. Después de cinco horas de
bailes y la presentación de la ambientación navideña en vivo con la temática
del Arte Negro, los internos del pabellón 4 fueron designados ganadores. Hubo
trofeo y felicitaciones por su trabajo y participación.
En todos los ambientes del recinto
penitenciario se presentaron productos elaborados por la comunidad afro:
cerámica con cocineras, cajoneros y guitarristas, así como los telares,
carteras, polos y bisutería de los talleres laborales.
El arte negro vive incluso en las cárceles.
Las autoridades del Inpe lo difunden y promueven. La resocialización se abraza
a la cultura y la integra a sus actividades diarias de tratamiento. Increíble
que mediante un baile, una canción o una tradición local, el cambio de conducta
sea una realidad en gente que ayer cometió un delito. El próximo año, los
internos prometen mejorar esta festividad. No hay reja que los detenga.
(Rolando Donayre)
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