Qué
diría si un día amanece en la absoluta oscuridad, donde los colores, las formas
y rostros no existen y tiene que hacerle frente a un mundo que no está adaptado
para usted. ¿Podría sobrevivir? Así es como viven alrededor de 1 millón 473 mil
928 peruanos, según los resultados de los Censos Nacionales 2017.
El
Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) compartió estos alcances
con diario Exitosa en el marco del Día Mundial de la Visión, cuya fecha central
fue el pasado jueves 11 de octubre. Al respecto, detallaron que los invidentes
en el Perú representan el 48.3% de la población que sufre de alguna
discapacidad (en general, 3 millones 52 mil 612 personas).
Acceso
a la educación
Rubén
Goicochea, secretario general de la Unión Nacional de Ciegos del Perú,
consideró que esa estadística demuestra que son un grueso grupo poblacional que
amerita gran atención. En este marco, mencionó que uno de sus principales
problemas es el acceso a la educación, ya que a la fecha solo tienen una
escuela especializada: el centro de educación básica especial Luis Braille, en
Comas. “Deberían haber más instituciones en todo el país”, declaró.
Goicochea
manifiesta que ahora la situación solo parece empeorar. Según dijo, temen que
el Ministerio de Educación, en concordancia con la aplicación del modelo de
educación inclusiva, determine que los menores con discapacidad visual pasen a
colegios regulares y cierren la escuela Luis Braille. En su opinión, esa
posibilidad desconoce el proceso de adaptación que tienen los niños para
aceptarse como son y recibir los conocimientos adecuados para ‘salir al mundo’.
“Si
un menor pierde la vista a los 12 años, tiene dos o tres años para entender su
nueva situación y aceptarse como tal. En ese tiempo está encerrado en su casa.
Luego, acude a un centro especializado y ahí pasan dos o tres años más. Al
final, ese niño tiene 18 años al momento de aceptar su situación”, anotó. Por
ello, consideró que la mejor opción es mantener ambas alternativas y que los
padres decidan.
Mayoría
son mujeres
Los
resultados de los Censos Nacionales, recogidos por el INEI, evidenciaron que el
51.8% de las personas con discapacidad visual son mujeres (902,194) y 43.3%,
hombres (573,389). Eso requiere, subrayó, que exista un mayor análisis de sus
condiciones de vida y su desarrollo en la sociedad.
Goicochea
nació 30 años atrás en la provincia de Yauyos, al sur de Lima. En su caso,
nunca pudo ver. Por temor a ser víctima de malos tratos y bullying empezó a
estudiar en un centro especializado a los 13 años. Pensó que era el único,
hasta que descubrió que había otros muchachos como él, con el mismo
padecimiento y dificultades.
Trabajo
e indiferencia
Otro
problema es el acceso al trabajo. “Somos casi la mitad de las personas con
discapacidad en el país, pero en las campañas desarrolladas por las
instituciones la cuota de invidentes es mínima. ¡Somos invisibles!”, lamentó.
Asimismo, apuntó a la indiferencia de las empresas que no acceden a
contratarlos. O si lo hacen es por puestos específicos (teleoperadores,
masajistas, degustadores), en la modalidad de contrato por terceros o
simplemente los despiden apenas la institución pasa la revisión del ente regulador.
“Eso
es en Lima; en provincias la situación es peor. No hay una sensibilidad de
parte de las empresas e instituciones. Desconocen que muchos de nosotros
estamos capacitados en computación y que existen softwares especiales para
ciegos”, finalizó.
FALTA
CULTURA DE RESPETO
De
acuerdo a la última encuesta del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos 2017,
el 39.17% de los limeños percibe que existe un muy mal comportamiento frente a
las personas con discapacidad. “El indicador evidencia que, aparentemente,
estamos mejorando en comparación con otros años cuando llegábamos al 40 o 50%”,
anotó Mariana Alegre, directora ejecutiva del observatorio. No obstante,
incidió en que todavía queda mucho por hacer, más aún porque el 39.1% de los
encuestados considera que ese tratamiento es regular.
LIMA
NO ES AMIGABLE PARA ELLOS
Para
la Unión Nacional de Ciegos, las autoridades aún deben adecuar las ciudades a
la población invidente, como establece la Norma A-120 del Ministerio de
Vivienda. “Por ejemplo, si vas por la avenida Guzmán Blanco o Alfonso Ugarte,
encontrarás líneas podotáctiles (franjas que guían a los invidentes), pero
estas solo van en un sector y por el otro lado no existen”, aseveró. Agregó que
no se toma conciencia de que una ciudad accesible para discapacitados es mejor
para todos, con semáforos sonoros, indicativos en el tren, entre otros.
(Exitosa
20 octubre, 2018 Josselyn Revilla)
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