Imagen de 1915 que retrata a los
inmigrantes japoneses que se asentaron en las zonas agrícolas de la costa.
Crédito: Museo de la Inmigración Japonesa.
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Por los 120 años de
la inmigración japonesa al Perú, destacamos algunas de las contribuciones
científicas de sus descendientes a nuestro país.
Escribe Diana
Gonzales Obando 31.03.2019 / 03:48 pm
“Para colaborar con
los estudios astronómicos del Año Geofísico Internacional, llegó ayer al Callao
procedente del Japón el señor Mutsumi Ishitsuka, quien se dirigirá de inmediato
a Huancayo para trabajar en el Instituto Geofísico de dicha ciudad, con el
coronógrafo instalado últimamente en el indicado observatorio”, relata la
noticia del 5 de junio de 1957 publicada en este Diario. Un joven Ishitsuka
arribaba en barco a nuestro país para hacer historia.
Un asteroide y un
planetario llevan su nombre en honor a los grandes aportes que realizó en los
más de sesenta años que estuvo en nuestro país. Se convirtió, así, en un
emblemático personaje que siempre mantuvo lazos con instituciones japonesas, lo
que le permitió conseguir donaciones que acercaron al Perú a las estrellas.
Según la página de Instituto Geofísico del Perú, donde trabajó por muchos años,
entre los principales aportes de Ishitsuka se cuenta la construcción del
Observatorio de Cosmos, en el distrito de San José de Jarpa, en Junín. Gracias
al apoyo del Observatorio de Huancayo y los gobiernos peruano y japonés se pudo
establecer, en 1965, que esta zona era el lugar más apropiado para el
observatorio. Fue terminado en 1978 y diez años después ahí se observó por
primera vez la línea verde de la corona solar. Un acontecimiento que fue
opacado lamentablemente por el atentado terrorista de Sendero Luminoso contra
sus instalaciones. Sin embargo, esto no detuvo la labor de Ishitsuka y su
equipo ni esa curiosidad de fuego que lo acercaba al sol.
Julio Kuroiwa
“Ishitsuka fue un
gran amigo mío y un científico importante para el país, con investigaciones de
relevancia internacional”, recuerda el sismólogo e ingeniero civil Julio
Kuroiwa, otro de los más reconocidos científicos peruanos descendientes de la
inmigración. Sobre su vocación por el estudio de los movimientos telúricos,
Kuroiwa comenta: “Quizá inconscientemente el terremoto (seguido de un incendio)
que ocurrió en Yokohama, donde mi abuelo perdió toda la mercadería que iba a
traer a Perú, influyó en mí”. Después evoca otro hecho de su niñez: “La casa de
adobe donde nací, en Cañete, tenía una rajadura de un sismo; eso me asustaba”.
Los diseños de
estructuras sismorresistentes de Kuroiwa han dado la vuelta al mundo. El Centro
Biográfico Internacional de Cambridge lo incluyó en su Salón de la Fama, pues
lo considera uno de los 100 científicos más destacados del mundo. Pero Kuroiwa,
a sus 82 años, no se detiene. “Durante 18 meses, sin descanso, he actualizado
dos libros en español y uno en inglés, con motivo de los 120 años de la
inmigración”, cuenta. Pronto presentará Gestión de riesgo de desastres en el
siglo XXI, libro que será comentado nada menos que por el presidente Martín
Vizcarra, su exalumno. Con total lucidez, dice que tiene mucho más para dar:
“Mi labor en la tierra no ha terminado”.
* * *
Ricardo Fujita es un
nombre que ha marcado la historia del Perú por partida doble. Así se llamó el
primer dibujante nisei en trabajar en la prensa nacional. Luego, su hijo (quien
también lleva el mismo nombre) es un afamado genetista, cuyas investigaciones
se centran en tres ramas: la investigación del cáncer hereditario, la
reconstrucción de la genealogía de nuestros antepasados incas y preincas a
través del análisis del ADN y la investigación de enfermedades raras.
Esta última rama la
desarrolla Fujita, el hijo, desde el Instituto de Genética y Biología Molecular
de la Facultad de Medicina Humana, de la Universidad de San Martín de Porres,
el cual dirige. Ahí realiza una labor social con pacientes que padecen estos
males. Los llamados niños mariposa, por ejemplo, tienen una enfermedad
congénita que afecta la piel y las mucosas, y que les provoca la aparición de
heridas y ampollas.
La curiosidad de
Fujita hijo lo llevó al campo científico al igual que a sus hermanos. Él
reconoce en esta vocación la libertad y la curiosidad con la que lo educaron
sus padres: él, nikkei; ella, peruana.
Ricardo Fujita
* * *
Cuando llegó a la
ciudad de Fukuoka para estudiar una maestría y un doctorado que ganó gracias a
una beca de la Embajada de Japón, Angie Higuchi Yshizaki, especialista en
marketing de alimentos e investigadora de la Universidad del Pacífico, quedó
asombrada con el desarrollo y organización de los pequeños productores de
alimentos: “Me sorprendió, además, que aunque no tuvieran tantas hectáreas
dentro del sector agrícola, habían llegado a ser millonarios a diferencia del
Perú donde los campesinos son pobres”. Con agudeza y curiosidad, Higuchi
investigó el funcionamiento de este sector en Japón: “Entonces me interesó el
tema del marketing de alimentos. Mis temas de investigación han sido las
cooperativas de café y cacao en la selva, el consumo de pescado fresco, la
quinua, etc. Ahora mismo estoy en el campo del cacao y he expandido un poco más
el tema comparando realidades con Ecuador”. A la pregunta de ¿por qué se dedicó
a la agricultura?, responde: “Puedo decir con orgullo que mis abuelos han sido
agricultores y siempre me interesó la naturaleza. Mis cuatro abuelos son
japoneses”. Higuchi no aprendió japonés porque sus padres tampoco lo hablaban:
“Mis abuelos no les enseñaron porque durante la Segunda Guerra Mundial
sufrieron persecución. Tuvieron que huir a La Oroya, donde sufrieron por el
frío y la falta de oxígeno”. “¿Si tuve influencia de mi cultura? Sí, y muy
grande. Nuestros padres nos enseñan desde muy pequeños a tener disciplina,
honradez, a persistir y nunca desistir”, agrega.
Angie Higuchi
La bióloga Saori
Grillo Yara conoció a la mayor influencia para su formación académica en el
colegio. “En tercero de secundaria tuve un profesor que era biólogo. Escuchar
sus experiencias sobre los lugares que visitaba o los ciclos de las plantas me
fascinó, y Biología se convirtió en mi materia favorita”, nos relata por
teléfono desde la Reserva de Tambopata, donde participa en la investigación de
poblaciones de murciélagos. Su interés por este mamífero nació de casualidad, cuando
estudiaba la polinización del cactus Haageocereus acranhthus que se encuentra
en toda la zona costera del Pacífico. Grillo se percató de que el murciélago
Platalina genovensium era el responsable de la polinización de este cactus, que
estaba desapareciendo debido al crecimiento urbano. “Nací en un pueblito donde
todo es verde. Se llama Querecotillo en Piura. Es una zona rodeada de
cultivos”, nos dice. La naturaleza, como sucedió con muchos inmigrantes,
siempre fue parte de su vida.
Saori Grillo
Enfoque:
Por Marino Morikawa
"A pesar de la
coyuntura social y política en la que vivimos, los japoneses y la sociedad
nikkei, hasta el día de hoy, brindan importantes aportes para la mejora de
nuestro país. Por ejemplo, el Ministerio de Educación del Japón, a través de su
embajada, ofrece todos los años oportunidades a muchos peruanos para obtener
becas de estudio en diferentes ramas, sobre todo en la ciencia y tecnología a
cualquier universidad de prestigio de Japón.
Desde hace décadas,
el gobierno de Japón brinda asesorías técnicas en agricultura, acuicultura,
redes satelitales como el sistema digital, estudios de glaciares, cambio
climático, etc.
Entre las personas
que admiro puedo mencionar al Dr. Mutsumi Ishitsuka quien realizó estudios de astronomía
en Perú, realizando proyectos importantes como la Estación Solar en Ica y junto
con el IGP construyeron el planetario nacional a gran escala.
Por su parte,
Yoshitaro Amano fue un gran amante de nuestra cultura. Recorrió todo nuestro
país enamorándose de la cultura Chancay, investigando y descubriendo las
diferentes técnicas de bordado. Su proyecto principal fue construir uno de los
más grandes museos sobre la cultura Chancay, incentivando a la investigación.
Así tenemos a muchos
célebres investigadores japoneses que no solo nos han apoyado con sus estudios,
sino también con el amor que se le debe tener a un país que los ha acogido y,
por ende, el agradecimiento eterno.
Por mi parte, gracias
a los estudios que realicé en Japón, pude aprender y crear diversos sistemas
tecnológicos --como la nanotecnología--, para recuperar los hábitat naturales y
tratar los diferentes contaminantes que están afectando a nuestro Perú. También
puedo afirmar que todo hábitat se puede recuperar".
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