Escribe VLADIMIR ROJAS·LUNES,
22 DE ABRIL DE 2019.
“Hoy comienza para
los apristas un nuevo capítulo de la historia del Partido. Las páginas de
gloria o vergüenza las escribiremos nosotros con sangre o lodo. Yo estaré en mi
puesto hasta el fin”, transcribía Murillo en 1976, en el mensaje que Haya de la
Torre dirigía a su militancia, luego de haber perdido las elecciones con
Sánchez Cerro.
Vale resaltar lo
dicho por Haya de la Torre hace 100 años, pues los alanistas con ese discurso
mesiánico, de poner por encima de la Ley a quien creen líder, no serán los que
refloten su partido, al contrario, continuarán un “proceso de liquidación” que
empezaron en su primer gobierno.
Haya de la Torre fue
vejado, humillado, expatriado, encarcelado, así que señores no hay “honor y
dignidad”, Alan siempre personificará el “crimen y la impunidad”. Hizo todo lo
contrario a su maestro, desdibujo los paradigmas de los mártires apristas, a
Cañete trajo y avaló empresas sin solucionar nuestros problemas.
CON LAS EMPRESAS. Así
siempre se mostró en su recorrido por Cañete, pudo lograr mucho por la
provincia, pero no lo hizo.
Lo noté preso la
última vez que escribí de Alan García hace 10 años, cuando el suicida saboreaba
el poder por segunda vez y ponía en marcha un jugoso plan que desde Cañete
enriquecía a sus amigos.
Lo noté preso cuando
trajo a la ecuatoriana familia Aramayo dueña de la concesión vial por 30 años,
él aplaudía a rabiar que habiendo vencido el plazo hace varios años, recién
entreguen un puente, mientras San Vicente sigue ajena a la red nacional, y los
caminos carrozables de agricultores y ganaderos desaparecieron.
Lo noté preso cuando
los dueños de PERU LNG lo llevaban a inaugurar su planta, él tenía el discurso
empresarial, no traía la solución al problema de límites. Nunca le interesó la
demarcación, y la empresa siguiendo su ejemplo regala peluches, cuentos y
capacita a la prensa, por eso tanto silencio.
Lo noté preso cuando
de las manos de los Rizo-Patrón llegaba a Celepsa, pues querían saber que más
ofrecería el mandatario García, pues a éste no le interesó saber que impacto y
contaminación aquejaría al río Cañete, sus planes fueron otros.
Lo noté preso cuando
llegó a Hualcará, de la mano de los dueños de las naranjas, a prometer una
“ciudad piloto” que nunca llegó como tampoco llegan los títulos de propiedad en
un terreno hoy privado dónde se invirtió dinero del Estado, beneficiando a una
empresa disfrazada de ONG, nunca le interesaron los damnificados.
Lo noté preso cuando
observó la Ley que creaba la Universidad Nacional de Cañete, el aducía que no
eran claros sus bienes y recursos, pero con el mismo texto fue a promulgar la
que se creó en Barranca, su agenda en Cañete era otra y no era la educativa.
CAÑETE SE LEVANTÓ
CONTRA ALAN. Y el pueblo salió a las calles cuándo observó sin justificaciones
la autografa de la Ley que crearía nuestra universidad.
Así conocí a Alan
García, preso por siempre, sin iniciar solución alguna a estos problemas que
afectan Cañete. Así conocí a Alan García, preso por siempre, de la amistad de
las grandes empresas, y no de nuestros intereses como valle.
Y así en su final,
conoces una vez más la hipocresía política del país, con los Fujimori, con los
Bedoya, con los Barrenechea, viejas escuelas políticas que se suman al morbo de
nuestras carencias que reclaman abrir el ataud, y que promueven el suicidio
como nuevo dogma contrario a la Iglesia Católica.
No, Alan no es
Jesucristo. Él siendo inocente acepto su juicio.
EN BUS. Para llegar a
la ceremonia de los Aramayo, los que acaudalan millones tras obras retrasadas.
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