Poder entablar contacto con los productores, cara a cara, en este laberinto complejo de la cadena alimentaria, es un valor incalculable
23 de Junio del 2019
- 11:06 » Textos: Verónica Tabja
Los ingredientes nos
conectan con la realidad a nuestro alrededor, conservan la identidad de un
lugar, de personas y conocimientos.
En los últimos
tiempos, se viene gestando un especial interés en los consumidores por conocer
el origen de los alimentos, así como un sincero cuestionamiento acerca de las
formas de producción o de cultivo, y del impacto que tienen en la salud y el
medioambiente. Esta creciente preocupación se canaliza a través de las
decisiones de consumo y de una mirada más aguda que busca trazar la
procedencia, estrechando la brecha entre la ciudad y el campo.
Origen. Muchos de los
productores ecológicos que hoy siembran pequeños lotes en las zonas periurbanas
de Lima son hijos de migrantes, cuyos padres llegaron a la capital durante el
éxodo demográfico de los años 50 a 60, trayendo consigo maletas llenas de
recuerdos y saberes de una vida en el campo.
Con el tiempo y la
experiencia, se han ido empoderando y estructurando mediante asociaciones. La
producción, que inicialmente era destinada a cubrir solo los requerimientos
alimentarios de la familias, fue aumentando y diversificando. Ha coincidido la
sobreproducción y la demanda de consumidores por productos orgánicos,
permitiéndoles ingresar, con el excedente, a un mercado pequeño pero creciente.
Paralelamente, en la
escena gastronómica, se ha ido forjando un camino y esfuerzo por humanizar la
comida. Hoy se busca visibilizar al productor, teniendo en cuenta el
imprescindible rol del iniciador de la cadena.
Lima verde. Queriendo
acercarnos más y recoger las historias de algunos de los productores y del
entorno en que se desarrollan, es que nace -a través de Mater Iniciativa- Verde
Lima. Esta plataforma reúne relatos de algunos productores a quienes visitamos
en el Valle de Omas en Mala, Calango en Cañete, Carapongo en Huachipa y en
Pachacámac.
En medio de campos
repletos de hortalizas, ellos narraban el día a día del oficio, con las
dificultades y satisfacciones que acarrea la vida del agricultor. Algunos
coincidían en que estaban sintiendo los efectos del cambio climático, ya que
las cosechas habituales se aplazaban en sintonía con las estaciones demoradas.
Otros nos contaban con alivio que habían pasado la certificación. Es un alto
coste el dejar reposar la tierra por dos años, pero sin duda llegaban a la
conclusión de que había valido la pena.
Poder entablar
contacto con los productores, cara a cara, en este laberinto complejo de la
cadena alimentaria, es un valor incalculable.
Buscamos con esta
iniciativa poder mapear, difundir y establecer contactos para una red de
público interesado; pero sobre todo queremos hacer visible el trabajo cotidiano
y el esfuerzo que hace que los insumos tengan un valor igual de grande. Conoce
más en www.verdelimamater.com.
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