Diego Suárez Bosleman - 29.07.2019 /
12:00 pm
Mesopotamia tuvo la cerveza, Grecia el
vino y China las bebidas fermentadas de arroz. El Perú antiguo tenía la chicha,
bebida fermentada a base –principalmente– de maíz. Esta acompañaba los grandes
banquetes del inca, los rituales religiosos y el trabajo comunal. Se dice incluso
que la gente prefería consumir chicha que agua. Pero, con la llegada de los
españoles, este fermentado se relegó para la gente del campo y de escasos
recursos. Con ocasión del aniversario patrio, recordemos el verdadero valor de
esta bebida.
–Fiel acompañante–
“Me atrevería a decir que la chicha está
asociada a los orígenes de la misma civilización peruana, con una antigüedad
probable de hasta 5 mil o 6 mil años”, dice a El Comercio Walter Alva, director
del Museo Tumbas Reales de Sipán. Otros autores señalan que se bebía en Chavín
(800-200 a.C.), puesto que en esta cultura ya se comenzaba a consumir
alucinógenos asociados a rituales. Evidencias sólidas de consumo de chicha
aparecen a partir del intermedio temprano (450-550 d.C.). Las culturas Lima y
Moche cuentan con representaciones de producción y consumo del fermentado.
“Ya para el intermedio temprano, las
sociedades andinas se vuelven más complejas. La agricultura y el riego se hacen
más intensivos, y con esto la producción del maíz crece mucho más. Es aquí
cuando empezamos a ver vestigios de gran consumo de chicha”, explica Gianella
Pacheco, arqueóloga de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Una evidencia de la alta demanda que
tuvo la chicha está en la huaca Pucllana, en Miraflores. Según Pacheco, se han
encontrado recintos con 30 vasijas, cada una con capacidad de albergar 150-200
litros de chicha. Por otro lado, en la costa norte se ha identificado una
vajilla especial para hacer la bebida. No obstante, fueron los incas los que
formalizaron su consumo y su producción. Ellos hicieron que un grupo de mujeres,
llamadas acllas, se especialice en su preparación. La chicha que ellas
elaboraban era de gran calidad, pues utilizaban ingredientes de las tierras del
inca, un maíz más seleccionado.
–Más
que alcohol–
Cabe preguntarse entonces: ¿por qué
bebían tanta chicha? ¿Lo hacían solo para embriagarse?
Alva explica que en el Perú antiguo
existía chichas con varios porcentajes de alcohol: desde la fresca, que le
daban a los niños, hasta el famoso clarito, que tiene un grado alcohólico
considerable. Se bebía incluso más que el agua, pues este podía tener
impurezas, agrega el experto. Era el líquido diario. Pero también era una
herramienta para cerrar tratos.
Rafael Vega-Centeno, profesor de la
Pontificia Universidad Católica (PUCP), sostiene que la reciprocidad era la
base de la economía del antiguo Perú. Bajo esta línea, si el inca necesitaba
mano de obra para hacer caminos, construir edificios o para labores agrícolas,
ofrecía grandes banquetes con comida y chicha de alta calidad.
“El antropólogo César Fonseca recopiló
una frase en quechua que su significado casi textual es: el trago del cargullo
[mayordomo] te preña. Es decir, ya estás comprometido hasta el cuello. Así se
expresa el grado de compromiso al que te has involucrado aceptando el trago”,
comenta el experto.
Del mismo modo, también se fomentaba la
socialización. Por ejemplo, en estos banquetes la chicha era servida en un
aríbalo, una vasija inca que tenía base cónica, como un trompo. Las personas se
reunían alrededor de este recipiente a conversar y a servirse más bebida.
Pero eso no es todo. Es bien sabido que
en los entierros se colocaba huacos que servían para poner ofrendas de chicha a
los muertos. Pero también se insertaba una especie de cañita que conectaba a la
superficie con los contextos funerarios, y que tenía como fin hacer llegar la
bebida hasta los fallecidos, según Alva. El valor de la chicha superaba incluso
a la misma vida.
–Para tener en cuenta–
1. Américo Guevara Pérez, especialista
de la Universidad Nacional Agraria La Molina, indica que, a diferencia de la
cerveza, la chicha es más saludable porque mantiene los nutrientes de su
materia prima.
2. Francesca Fernandini, profesora de la
PUCP, está estudiando en Cerro de Oro (Cañete) una posible chicha elaborada con
pallar y con pajuro. En el país también se han identificado chichas de molle y
maní. Para tener en cuenta
Comentarios