Escribe Vladimir Rojas · Miércoles,
11 De Septiembre De 2019·
La semana que
transcurrió, los abrumados jóvenes egresados de la Universidad Nacional de
Cañete tomaron las calles de San Vicente para llegar a la oficina de don Carlos
Villanueva, un funcionario que no gusta del apelativo de rector.
Los revoltosos, como
así llama la conciencia de Carlos Villanueva, no son foráneos, son nuestros
paisanos, pero hasta hoy, ninguna sola autoridad los recibe, los acompaña, ni
se suma al reclamo, y lo que hace la prensa local sólo es flor de un día que no
sale de una cabina de radio o televisión.
Los “faraones” o
“fujiapristas” estancados en la llamada comisión organizada, facilitaron el
gran negocio a los investigadores de Cambridge, pero a sus hijos los trataron
como entenados. Les negaban el bachiller automático, pese a que Sunedu había
emitido opinión favorable a los jóvenes.
Villanueva y el clan
“fujiaprista” que reina la Universidad Nacional de Cañete, reclaman tesis, es
decir, más pagos de tasas y derechos administrativos. El reclamo sería ético,
si la comunidad en Cañete haya leído alguna investigación de los docentes
universitarios que nadie conoce. No investigan, pero la burocracia
universitaria es así, y ninguna autoridad dice nada.
CARLOS VILLANUEVA.
Sigue en el cargo de Presidente de la Comisión Organizadora de la Universidad
Nacional de Cañete.
Y es cierto, pues los
congresistas Percy Alcalá y Lisbeth Robles, andan metidos en desmantelar
(investigar dice la Constitución) a SUNEDU, la entidad asesina de universidades
mediocres. Ahí están sus rostros, sus visitas direccionadas, el negocio al
descubierto. El fujiaprismo quiere salvar los intereses de sus amigos, no del
pueblo.
Y la región, que tiene
que ver la región, pues de ahí sale todos los años el dinero (millones) a favor
de la universidad nuestra. Ahí hay 13 consejeros, dos de Cañete, uno preocupado
en su presidencia, y el otro en la campaña del partido del gran versado en
cantinfladas llamado César Acuña.
Aquí en Cañete, las
autoridades viven en el limbo. La municipalidad no reclama, donó el terreno,
pero no se construye nada. Villanueva y su Comisión siguen buscando ladrillos y
cementos, no mueven nada, no hay primera piedra.
Los fiscalizadores del
Concejo Provincial siguen en su circo, esperando alguna nota disparatada de un
medio nacional para abrir el hocico, o chillar por algún gasto que no llega al
ministerio público, mientras los millones para obras siguen congelados. Tienen
un gobierno edil mediocre, porque sus regidores son unos buenos para nada hasta
hoy.
No tiene porque hacer
eso, exclamo Villanueva, refiriéndose al reclamo de los jóvenes universitarios,
aunque tampoco sabía lo que sucedía en San Vicente. El después de Cambridge
gira en torno a la luna fujiaprista.
Es nuestra universidad
señores. No la de Villanueva, ni de los congresistas, ni de la región, ni del
municipio. Pero la seguimos dejando a su suerte. QUÉ TAL LISURA.
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