E
l Museo de Arqueología y Antropología de la
Universidad San Marcos, fundada por Julio C. Tello, cumplió 100 años.
Recordamos al padre de la arqueología peruana y las colecciones que esa
institución guarda.
Redacción:
Raúl Mendoza
27 10 2019 | 10:23h
Después de su primera expedición a la ciudadela
de Chavín de Huántar, en 1919, el arqueólogo Julio C. Tello trajo a Lima un
gran obelisco de piedra tallado por sus cuatro caras y lo puso en el descanso
de una escalera que llevaba al segundo piso de la Casona de San Marcos, donde
funcionaba el Museo de Arqueología y Antropología, cuya creación él había
impulsado.
Ahí estuvo la pieza lítica un tiempo para ser
llevada después al Museo de Arqueología, Antropología e Historia, de Pueblo
Libre. Allí permaneció hasta el 2008, cuando por fin regresó a su lugar de
origen. Con los años, la enorme pieza lítica se hizo conocida como el Obelisco
Tello, en homenaje a quien hizo los más importantes y pioneros estudios sobre
la cultura Chavín. La piedra tallada tiene 2.52 mts. de altura y representa -en
trazos muy estilizados- unos seres míticos, o una divinidad a la que se
atribuyen características masculinas y femeninas.
“En los años de la expedición de Tello -1919-
la hipótesis del origen de la civilización andina más aceptada era la de (Max)
Uhle, que planteaba que esta derivaba de un tronco centroamericano. Fue Tello
quien, después de sus hallazgos en Chavín, planteó que esa relación no existía.
En 1920 desarrolla la concepción autoctonista, en la que planteaba que la
civilización andina se originó en la cuenca amazónica y que Chavín de Huántar
es la cultura matriz de esa civilización”, explica Jorge Silva Sifuentes, actual
director del Museo de Arqueología y Antropología de San Marcos.
Julio C. Tello, nacido en Huarochirí en 1880,
estudió medicina en San Marcos. Cuando se graduó en 1909, obtuvo una beca para
ir a estudiar a Estados Unidos. “Fue entonces que decidió estudiar antropología
y arqueología en la Universidad de Harvard. Al terminar esos estudios de
postgrado continuó su formación en Inglaterra, Francia y Alemania. Y después de
varios años vuelve al Perú y retoma su relación con esta universidad”, cuenta
Silva Sifuentes, también arqueólogo.
El museo sanmarquino fue fundado el 21 de
octubre de 1919 y Julio C. Tello fue su primer director. “Aquí el historiador
encontrará las fuentes históricas originales; el profesor universitario podrá
ilustrar sus lecciones con los más genuinos testimonios históricos [...] El
museo es la institución educacional democrática por excelencia; es el medio más
eficaz para vulgarizar las enseñanzas de la historia”, diría Tello años
después.
Como profesor sanmarquino dictaba tres cursos
sobre el antiguo Perú. “Sus clases empezaban a las 7 de la mañana y eran muy
concurridas”, reseña el director del museo. En paralelo a ese trabajo, Tello
realizó expediciones de investigación a varias regiones del país y estudió
focos culturales desarrollados en distintas épocas.
El legado de Tello
Julio C. Tello es pionero en el estudio de la
cultura Chavín, la cultura Paracas, la cultura Nazca y otras más. Abrió
distintos frentes de estudio y dejó un importante acervo documentario que hoy
es conocido como el “Archivo Tello”. Por ese enorme aporte a la historia del
Perú es considerado el “Padre de la arqueología peruana”. Todo el material que
reunió en sus viajes está guardado en los depósitos del museo, que el lunes
pasado cumplió 100 años.
Esa institución que ayudó a fundar tiene joyas
para mostrar. Por ejemplo, el famoso “Manto blanco de Paracas”, actualmente en
exhibición en la Casona del Parque Universitario, como parte de una exposición
sobre esa cultura. Tello la rescató a comienzos del siglo pasado, de manos de
un coleccionista que se la ofreció en venta junto a otras piezas. Mide 2.78
mts. de largo y 1.36 de ancho. Presenta 84 figuras bordadas sobre el fondo
blanco de la pieza -no hay otra con esas características- y debe tener unos 2
mil años.
El museo sanmarquino tiene otras valiosas
piezas textiles de Paracas, fardos, momias y cerámica. También tiene una gran
colección de piezas Chavín. La colección Nazca es grande y tiene cerámica de
gran valor.
“Lo destacable de Tello es su trabajo de campo,
en la sierra como en la costa. Están sus expediciones a Chavín, pero también a
Ayacucho, Huancavelica, Arequipa, Cañete, Chincha. Además de todo el material
que recogió, tenemos los manuscritos de las expediciones que realizó”, cuenta
el director actual. Tello también dejó estudios sobre los Chankas, los Lukanas,
los Puquinas, los Recuay. “Investigó en Chan Chan donde un palacio lleva su
nombre, y en Cajamarquilla, donde una huaca fue bautizada con su apellido”,
cuenta Silva Sifuentes.
El Museo de Arqueología y Antropología de San
Marcos tiene su sede en la Casona y solo cuenta con una sala donde tienen una
exposición temporal sobre la cultura Paracas.
“En mi gestión nos hemos planteado hacer una
exposición permanente con un guion museográfico que incluye desde los primeros
pobladores hasta la época incaica. Abarcará tres ambientes. El guion ya está
terminado pero lo que nos falta es el presupuesto. Todo el montaje, es decir
vitrinas, luces, cableado, refrigeración, seguridad, monitores, costaría unos 20
mil dólares que no tenemos”, explica el director del museo.
Si ese proyecto pudiera hacerse posible -con el
apoyo de un auspiciador privado o del Estado- el museo podría mostrar las
colecciones que guarda en sus depósitos y que, además del material recogido por
Tello, tiene el de todos los investigadores sanmarquinos que realizaron
estudios sobre el Perú antiguo a lo largo de los años. Por lo pronto, las
distintas colecciones descansan sobre estantes, en cajas, en el depósito del
museo.
Allí está por ejemplo la colección de Chavín
recogida por Luis Lumbreras. O la colección de objetos de Curayacu, recogida en
San Bartolo, y la colección Bandurria, cerca de Huacho, excavados por la
arqueóloga Rosa Fung. Las investigaciones demostraron que estos últimos restos
eran más antiguos que Chavín y tendrían unos 4 mil años de antigüedad.
También cuentan con la colección Mc Neish de
instrumentos líticos. “Richard Mc Neish -arqueólogo norteamericano excavó en
Huanta, Ayacucho, y encontró restos de unos 13 mil años de antigüedad. Esos
restos están acá”, explica el director. La colección Chivateros, sobre los
primeros pobladores de Lima, también está ahí.
Si pudieran tener esa exposición permanente que
aún no pueden hacer realidad por falta de financiamiento, podríamos ver una
muestra muy completa de la historia del Perú antiguo.
Por lo pronto, el museo se esfuerza en cumplir
con los objetivos que se trazaron desde su fundación hace un siglo: custodiar
los materiales, conservarlos, investigar y divulgarlos. Publican desde hace
varios años la revista Arqueología y Sociedad,con artículos académicos
vinculados a la arqueologia e historia; y desde 1999 han ido publicando los
cuadernos de trabajo manuscritos de Julio C. Tello. Hasta el momento han
publicado doce volúmenes.
Antes de fin de año esperan presentar una
reedición del libro Chavín, cultura matriz de la civilización andina, publicado
por Tello en los años 60. Por los cien años del museo también realizaron esta
semana un simposio internacional. Y tienen conversatorios, talleres de
arqueología, y de técnicas de tejido ancestrales. “De esa manera nos
proyectamos a la comunidad”, dice su director.
El Museo de Arqueología y Antropología de San
Marcos, fundado por el mayor impulsor de la arqueología peruana, guarda mucha
historia en sus depósitos y espera el momento de poder mostrar esos tesoros.
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