Redacción ContentLab
Miércoles 14 de
octubre del 2020
Las fuentes de agua
son fundamentales para el consumo humano directo, la agricultura y la
producción industrial de toda sociedad. Lima, por ejemplo, no podría existir
sin el río Rímac, que nace a 5508 metros sobre el nivel del mar, a 132
kilómetros al noreste de la ciudad. Pese a la importancia de este recurso,
Sedapal calcula que, en todo su recorrido, el Rímac es contaminado en
novecientos puntos.
Las cuencas
hidrográficas son ecosistemas tan valiosos como sensibles: debido a sus
interconexiones, cualquier desbalance afecta a la cuenca en su totalidad y hace
que las especies de flora y fauna corran el riesgo de desaparecer.
“Todos hemos
escuchado a nuestros abuelos contar que en el río Rímac se podían pescar peces
y camarones”, recuerda Carlos Adrianzen, gerente de Asuntos Ambientales e
Institucionales de Celepsa, empresa dedicada a la generación de energía
renovable a través de hidroeléctricas. “Pero la contaminación que se ha
generado a lo largo de toda la cuenca ha hecho que hoy eso sea impensable”, explica.
Su recuerdo no es
gratuito. Actualmente Celepsa viene desarrollando distintas acciones para
evitar que suceda lo mismo en la cuenca del río Cañete, donde, desde el año
2010, funciona la Central Hidroeléctrica El Platanal, que produce energía renovable.
Ahí, la conservación del camarón es fundamental para incrementar la
productividad, desde la que concierne a los mismos recolectores de camarón
hasta la gastronomía de todo el valle.
Desde el año 2007, el
Programa de Conservación Hidrobiológica de Celepsa monitorea la cantidad y las
características de los camarones que se encuentran a lo largo de toda la cuenca
de dicho río. Así, identifican los puntos críticos que requieren un
repoblamiento y lo ejecutan. Además, controlan y vigilan los periodos de veda
del camarón, en alianza con los camaroneros y el Gobierno Regional de Lima.
Los resultados se han
hecho evidentes. Si hasta hace unos años debían trasladar larvas desde Arequipa
para llevar a cabo la repoblación de las zonas vulnerables de la cuenca, ahora
el incremento del número de camarones permite que este trabajo se limite a la
redistribución, llevando camarones de las zonas donde abunda a las zonas donde
empiezan a escasear, y así se distribuyen de manera homogénea.
A estas acciones se
suma, en la parte alta del río Cañete, el fomento de la piscicultura de trucha
y el uso eficiente del agua en la agricultura, a través de 35 kilómetros de
canales de riego.
“Todos tenemos que
fomentar en nuestra casa comer los productos que producen nuestras cuencas y
empezar a desplazar un poco a los productos procesados, porque de esa manera se
le suma valor al trabajo que se hace en las cuencas del país”, recomienda
Adrianzen. Como sostiene el especialista de Celepsa, el desarrollo de las
cuencas es fundamental porque tienen un alto potencial para generar energía
limpia. “Gracias a estas, se podría garantizar energía limpia para 60 años, si
el Estado se traza ese norte”, explica.
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