Escribe Franco Giuffra.
Empresario.
A cualquier observador
desapasionado de la escena nacional le resultará fácil advertir que el
cumplimiento de leyes, decretos y resoluciones, de cualquier jerarquía y
materia, es amplia y disciplinadamente acatado por todos los estamentos y
fuerzas vivas de nuestra sociedad.
Este comportamiento,
respetuoso de la ley en general, es particularmente verificable en cuestiones
de naturaleza laboral, respecto de lo cual no hay día que pase sin que se
reconozca a nuevas empresas por su creciente disposición a obedecer todo lo que
la normativa dispone. Sea la cuota de empleo de discapacitados, la formación de
comités varios de seguridad y salud o la publicación en lugar visible del rol
de vacaciones.
Por ello, se ha
recibido como un signo de especial consonancia con la realidad del país la
ratificación reciente por parte del Congreso peruano del Convenio 183 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), emitido originalmente en el 2000,
en Ginebra (ciudad que guarda un paralelismo impresionante con nuestra querida
Barranca), y referido al descanso de las trabajadoras por maternidad.
Así, se ha establecido
que a partir de abril del 2016, la licencia por maternidad deberá prolongarse,
como mínimo, por un plazo de 14 semanas (98 días). El verdadero nuevo plazo lo
deberá fijar el Estado Peruano próximamente, pudiendo adoptar la duración que
estime más conveniente, por encima de dicho mínimo, extendiendo con ello los 90
días que entre nosotros ya se cumplen escrupulosamente.
Por ello, y como no
tenemos mayor problema con el empleo informal, se han empezado a barajar las
propuestas sobre la duración que deberá tener en adelante esta licencia,
fundamental para reforzar el binomio madre-niño. Personalmente, no me cabe
duda: deberíamos adoptar la práctica de Albania, que concede 365 días de
descanso a las mamás.
En similar tenor se
han expresado ya importantes colectivos de empresarios, como los mototaxistas
de Chilca, los comerciantes de la frontera de Tumbes y los tejedores de las
islas del Titicaca, todos deseosos de darles a las madres el reposo que se
merecen. Por cierto, sin afectar en absoluto otras merecidas consideraciones
que ya les brindan, como la licencia adicional por parto múltiple, el permiso
por lactancia, el descanso por adopción de menor de edad (para papá y mamá), la
implementación de lactarios (se dice que Huacho lidera el ránking a escala
nacional), entre otros detalles signados en la misma dirección.
Hay razones fundadas
para adoptar este criterio. El Ministerio del Trabajo y Promoción del Empleo ha
dicho, por un lado, que bebes alimentados con leche materna son mejores
ciudadanos. Y ha recordado, además, que la ampliación de la licencia por
maternidad no desalentará la contratación de mujeres. Todo lo contrario. “Está
demostrado, ha dicho, que este género [sic] es altamente productivo y muy
conveniente para las empresas”. Damas peruanas en edad fértil: ¡prepárense para
el ‘boom’ de empleo que se les viene!
Siendo así, no se
entiende por qué, de los 185 miembros de la OIT, solo 29 hayan ratificado el
convenio. Algo hay que los países más prósperos del planeta no han visto y que
Cuba, Mali, Burkina Faso y ahora el Perú hemos comprendido mejor. En fin, ellos
se lo pierden.
El único cabo que ha
quedado suelto es precisar ahora el período de vacaciones que tendrán en adelante
los funcionarios de la propia OIT. Aquí tampoco tengo dudas: que se vayan a su
casa hasta nuevo aviso, en su querida ‘business class’.
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