Susana Baca de la Colina, una de las artistas
peruanas más apreciadas en el mundo, ganadora de tres Grammy Latinos, ha
publicado la primera parte de su autobiografía, donde narra su infancia y sus
duros inicios en la música. En esas páginas muestra su sensibilidad. No esconde
nada.
Carlos Páucar
Susana Baca sufre el jet lag. Su vida pasa
entre aviones, vuelos y presentaciones. En Chorrillos, donde el olor a mar lo
inunda todo, nos recibe la cantante de María Landó, de Caracundé, de Sorongo y
Zamba Malató. Esta semana se presenta en el festival afrocolombiano, luego debe
viajar a Chile, Argentina, Uruguay, también debe ir a Londres a recoger un
premio. Y hay propuestas de viajar a Francia e India. Días intensos.
Esta vez ha abierto las puertas de sus
recuerdos en un libro. Allí nos cuenta muy cerca, casi al oído, cómo vivió lo
bueno y lo malo, la claridad de sus días y sus lados oscuros, el desconcierto y
la felicidad, el hambre y el éxito.
—Yo tenía muchas ganas de contar mi vida —dice
Susana, con esa calma que es su sello personal—. Busco que mis memorias sirvan
a músicos jóvenes que inician su camino, sepan que no ha sido fácil, que no es
nada fácil.
Susana Baca de la Colina, nacida el 24 de mayo
de 1944, una de las voces peruanas más admiradas en el mundo, cantante,
compositora, investigadora incansable, acaba de presentar Yo vengo a ofrecer mi
corazón.
Susana Baca publicó la primera parte de su autobiografía, donde narra su infancia y sus duros inicios en la música. Foto: La República
Memorias (Penguin Random House, 2022), una
lección de cómo no se deja de avanzar y cómo se deja a un lado la adversidad.
Tan cerca llegan sus relatos que cuando nos cuenta de su mamá Carmen Eugenia
casi saboreamos su sabrosa sazón y presenciamos su firmeza y carácter.
Cuando habla de su escuela, nos cuenta de sus
días alegres, pero también momentos de discriminación. Y cuando se refiere al
calor del hogar igual señala la ausencia de su padre.
—Mucho me marcó esa ausencia —revela—, incluso
me causó una enfermedad psicosomática. Cuando mis padres se separan, me llené
de llagas en todo el cuerpo y un médico le dijo a mi madre que yo estaba
sufriendo y me salía en la piel. ¿Sabes lo que él significaba? Venía todas las
tardes después de ser chofer, agarraba su guitarra, se ponía a cantar y yo no
me desprendía de él, hasta que un día ocurre su desaparición, fue muy fuerte,
era una niñita. No pude vivir como antes. ¿Me preguntas si las ausencias me han
marcado? Sí. He sufrido mucho mucho”.
Tu piel junto a mi piel
¿Por qué has sentido más discriminación? ¿Por
ser afroperuana, artista, mujer, progresista?
Por todo lo que dices. Yo sentí discriminación
desde niña. Al principio no me daba cuenta. Iba donde mi madre y me refugiaba.
Lloraba en su regazo y me decía están equivocados, tú eres muy buena bailarina,
deberían haberte escogido para el ballet. Pero el ballet del colegio era solo
de niñas blancas, no había ninguna de mi color o de las niñas de la sierra,
ninguna. Cuando eres niño no te das cuenta, pero con los años es algo que
aprendes.
Susana Baca publicó la primera parte de su
autobiografía, donde narra su infancia y sus duros inicios en la música. Foto:
La República
Hay quienes dicen en redes sociales que es
racista hablar de racismo.
Sí, y pensé que ya nos habíamos librado del
racismo. Pero cuando fui parte del Tribunal de Honor del Pacto Ético de las elecciones,
qué horror, cómo se maltrataban entre los candidatos, cómo maltrataban a las
mujeres candidatas.
Basta ver las redes para darse cuenta que el
racismo sigue en ebullición.
Está allí, a flor de piel. ¿Y cómo luchamos
contra eso?, ¿qué hacemos para que desaparezca? Es una enfermedad, una tara...
Y hay una combinación, racismo, machismo,
intolerancia de todo tipo.
Así es, y pregunto: ¿cómo educar a la gente en
democracia?, ¿cómo hacer que aprendan a vivir en esta diversidad que tenemos,
que –al contrario– es nuestra riqueza? Digo, nuestra comida es tan rica porque
mezclamos todo. Salsas de la amazonía con comida de la costa, de la sierra,
saboreas y dices qué rico, qué diferente. La diversidad es nuestra riqueza y si
no aprendemos eso vamos a seguir discriminando.
El bello durmiente
En estas memorias hay presencias muy
importantes. Mamá Carmen Eugenia y su sazón y su firmeza. Amigos y profesores
como Juan José Vega. Y la presencia de su inseparable Ricardo, el Gato, como le
llama. Por supuesto, también está Chabuca Granda.
En el caso de Chabuca, hay quienes dicen que no
representaba la música afroperuana. ¿Sientes que hay alguna injusticia al
valorar su obra?
Injusticia total porque la obra de un artista
es su creación y Chabuca a cada proyecto musical que hacía le daba gran
importancia. Y su obra es muy creativa, las letras que tiene, cómo habla del
Perú. Por ejemplo, ese valse, Bello durmiente, te imaginas cuando canta al
final “te amo Perú, bello durmiente”...
Bella frase.
Tremenda frase porque para ella el Perú era un
país hermoso, pero durmiendo. No estaba despierto para ver lo que ocurría, para
ver las trafas que había porque hemos tenido períodos de corrupción
permanentes.
Sobre la música afroperuana, ¿puede ocurrir lo
que algunos académicos vaticinan para la música criolla, que su destino es ser
difundida en círculos pequeños o solo en algunas fechas o fiestas?
La música afroperuana tiene ritmos muy bellos,
ritmos que son realmente de fiesta y allí está el festejo, es de alegría aunque
algunas letras, sobre todo las antiguas, hablaban de la esclavitud, de la
situación del negro en el Perú, como El Mayoral... Lo que veo sí es que no hay
nuevas composiciones.
Y debería haberlas.
Y podrían crear algo nuevo. Yo me lamento,
porque las letras de nuestra música afroperuana ya están en desuso, ya no dicen
lo que siente ahora la gente.
Hay una nueva realidad.
Claro, sí, pero hay jóvenes que están
componiendo, tengo mucha esperanza en que la música afroperuana reviva y se
monte encima de lo que hay, estoy segura de que va a haber eso.
Tus memorias coinciden con el fallecimiento de
Lalo Izquierdo.
Estamos despertando, ahora hay más grupos, más
jóvenes, diferentes a los que para no parecer de origen afroperuano se laciaban
el cabello. Ahora hay jóvenes orgullosos de su color, de su pelo. Hay como una
especie de orgullo saliendo. Hace poco tuvimos una reunión en el sur, talleres,
y vino gente más joven, entre ellas una niña que hace rap y compone, hablando
de la nueva vida de los negros, bien interesante.
Claro, no tienen espacio... Hay músicos
abriéndose camino. Por eso es tan triste la desaparición de Lalo Izquierdo, era
maestro de niños y jóvenes. Lalito formó muchos grupos, era el puente entre lo
viejo de la cultura en Cañete, lo de los mayores, con los jóvenes que quieren
hacer rap, rock... Era el nexo.
Hay que avanzar
Le preguntamos sí se siente querida y
reconocida en el Perú. Dice que sí. Y no solo en el país, a nivel internacional
suele recibir premios y propuestas de artistas del mundo para grabar. Tiene
varios proyectos en mente, luego que se alejó de la experiencia política.
¿Seguramente tienes mucho que decir de tu paso
como ministra de Cultura?
Hay muchas cosas porque yo vengo de la música,
de un ambiente muy diferente, entro a la política y es una cosa tan
decepcionante, tantas mentiras, tantos engaños, tantas traiciones.
¿Tanto decepciona la política en Perú?
Sí, yo fui muy honesta, les dije que tenía
contratos y cosas en el exterior y me dijeron que aceptara porque iban a darme
el permiso, pero nunca el presidente me defendió ni nada, entonces me vi
envuelta en problemas serios... No me arrepiento de haber aceptado. Trabajé con
un equipo de gran calidad, éramos una fuerza en el ministerio, pero duramos muy
poco.
¿Los artistas deberían participar en política?
Pienso que sí, porque los artistas tienen una
tribuna, gente que los sigue. Si el artista es honesto en el escenario, es
honesto en todo. Y se necesita gente honesta.
Ante el conflicto Gobierno-Congreso, ¿sientes
desesperanza, desánimo?
Me desanimo... Si se pudiera hacer campañas
para que la gente aprenda a vivir en democracia. Finalmente, nos despedimos.
Estas memorias, que tendrán segunda parte, es como escuchar, casi al oído, a
quien padeció el Perú severo, y hoy da arte y luz.
—Lo que yo puedo decir —reflexiona— es que la
vida de una persona tiene momentos muy difíciles y muy hermosos. Aquí cuento lo
que viví, que no ha sido fácil, pero hay que avanzar, no hay otra, Carlos, y en
ese camino, no hay que endurecerse. Hay que seguir entregando amor. De lo que
se trata es de recuperar la raíz y volar.
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